Fernando Villafañe González fue ayer reelegido presidente de la Asociación de Químicos de Castilla y León en la Asamblea General que se celebró en la Casa Junco de Palencia.
Villafañe es profesor titular de Química Inorgánica y Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid, y se hizo cargo de la presidencia del colectivo hace cuatro años, cuando se creó la asociación tras un proceso de extensión del colectivo que duró dos años.
Una extensión por la región que se ha encontrado con varios escollos, como el hecho de que algunas provincias tengan colegiados a sus químicos en otras comunidades como es el caso de León en Asturias y Palencia y Valladolid en el órgano colegial de Cantabria. «Hemos estado en contacto con la Junta para crear un Colegio de Castilla y León, pero por ahora nada. Tenemos esta asociación», explica Villafañe, que argumenta que la asamblea se celebró ayer en Palencia porque «somos una asociación regional y aunque no hay muchos socios en Palencia, los hay».
Junto Villafañe estarán en la Junta Directiva M. Luz Alonso López, profesional independiente en ARQAS Oficina Técnica; Roberto Martín Castrillo, jefe Sistemas de Calidad en Bridgestone Burgos; Eladio Javier Martín Mateos, profesor titular de Química Analítica en la Universidad de Salamanca; Ángel Luis Mayorga González, técnico Desarrollo Analítico y Validaciones en Crystal Pharma; Alejandro Meana Gutiérrez, jefe de Servicio de Evaluación Ambiental y Auditorías Ambientales en la Junta de Castilla y León; Susana Palmero Díaz, profesora contratada doctora de Química Analítica en la Universidad de Burgos; Juan Antonio Pérez González, responsable ambiental y de líneas de tratamientos de Superficies Región Sur de Europa en Benteler España; y Lourdes Rodríguez Blanco, directora de Proyectos en Parque Científico de la Universidad de Valladolid.
Respecto a la anterior Junta Directiva, se incorpora Alejandro Meana Gutiérrez, jefe de Servicio de Evaluación Ambiental y Auditorías Ambientales en la Junta.
Ayer, además, Ángel Luis Mayorga expuso en una charla complementaria de la Asamblea, las particularidades del proceso que se sigue para poner en el mercado un nuevo medicamento y las diferencias con los genéricos. «Para un innovador, la puesta en marcha puede durar 12 años. Para los genéricos, únicamente tienen que demostrar que son iguales al innovador, por lo que no se necesita tanto tiempo y también son más baratos». Sin embargo, los genéricos no pueden salir al mercado hasta que expire la patente del innovador, que dura 20 años. «Además también condiciona su salida el método de administración. Es mucho más sencillo un genérico en comprimido que en inhalador».