Una gran familia unida

Rubén Abad
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Quince mayores participan desde hace dos años en Guardo en el programa 'En mi casa', promovido por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León

Son las doce del mediodía de un día cualquiera de primavera en el Centro Socio-sanitario de Guardo. A escasos metros de la recepción un grupo de abuelos se entretiene en la sala de reuniones conversando, viendo la televisión o disfrutando de los rayos de sol que inundan la habitación gracias a los grandes ventanales desde los que se puede ver un cuidado y extenso patio interior.

Por los espaciosos pasillos del recinto los familiares se cruzan con los empleados del turno de mañana, unos trabajadores que dan diariamente lo mejor de sí mismos para tenerlo todo a punto y conseguir así que los internos disfruten de los servicios que ofrece el complejo asistencial.

Ellos se encargan de la limpieza de las habitaciones y las zonas comunes, de la cocina, del gimnasio o de la lavandería. No faltan tampoco  la trabajadora social, la gobernanta, el personal auxiliar,  la fisioterapeuta, el doctor, la enfermera o incluso una peluquera que atienden diariamente a los residentes.

Por el ascensor accedemos a la tercera planta del inmueble. Allí se encuentra la Unidad de Convivencia, un espacio que nació hace dos años al amparo del proyecto En mi casa, un nuevo modelo de gestión impulsado por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León.

En este módulo conviven a diario quince personas mayores en unas dependencias que se asemejan lo más posible a un hogar. A las once habitaciones individuales y dos dobles, se une un amplio salón con televisor, biblioteca y acuario; un comedor con servicio de cocina completa y office, una espaciosa sala de actividades con diversos juegos y una pequeña terraza repleta de plantas aromáticas que en verano se llena de vida.

Cada uno afronta el día a día de manera autónoma, siempre bajo la supervisión del personal autorizado y de sus cuidadores, pero en un régimen mucho más abierto y menos estricto que el habitual en este tipo de complejos sanitarios.

Para empezar, los usuarios de esta unidad tienen unos horarios  más flexibles que les permiten desayunar, realizar las diferentes tareas del día o disfrutar de sus aficiones sin seguir un riguroso control propio del resto de plantas del edificio.

Además, en este módulo los internos son muy participativos. Unos se encargan de dar de comer a los peces, otros de preparar el desayuno para sus compañeros, hay los que prefieren lavar su ropa delicada en su propio cuarto de limpieza y otros se ocupan del pequeño huerto urbano, en el que pronto comenzarán a salir los primeros tomates, lechugas y cebollas.

Otra de las singularidades que más llama la atención de este programa es la decoración de los distintos espacios privados y comunes. Todas y cada una de las habitaciones son diferentes: cambia el color o el papel decorativo de las paredes; están amuebladas a su gusto con objetos tales como muelbes auxiliares, fotografías, cuadros, recuerdos familiares o colchas hechas a mano; y las cortinas están personalizadas.

Con ello se pretende crear un ambiente cálido, más hogareño y alejado del modelo hospitalario para que los usuarios consideren la residencia como su verdadero hogar, que es el objetivo principal de este proyecto regional gracias al cual se presta un servicio más individual a cada uno de los pacientes.

«En estos dos años que llevamos funcionando con el programa En mi casa, los resultados han sido más que satisfactorios. Estamos encantados de los avances que han mostrado los pacientes, una evolución que nosotros reflejamos cada seis meses en sendos informes elaborados por el equipo de profesionales que les atendemos a diario», explica la coordinadora de la unidad, Laura Morán.

Pero no solo ellos ven cómo mejoran cada día, también lo hacen sus familiares y esto es algo que se valora mucho. «Estos buenos resultados hacen que los hijos, nietos y sobrinos de los internos se queden tranquilos, porque saben que están bien cuidados y en buenas manos», añade la trabajadora social del centro, Sonia Pérez.

DÍA A DÍA. La jornada comienza temprano en la Unidad de Convivencia. Los más madrugadores como Benjamín Paz ya están en pie desde las siete de la mañana y a ellos se van uniendo el resto de vecinos a medida que el despertador suena y el sol va entrando por las rendijas de las persianas de sus dormitorios.

Poco a poco se duchan y se visten en sus baños individuales. De ahí pasan al comedor, donde uno de sus compañeros, Josías Alejo, les espera con la leche y el pan que previamente ha ido a buscar a la planta baja. Una vez bien alimentados para afrontar con energía suficiente el día, lo dejan todo recogido en el carro de la limpieza y se dirigen a la sala de estar.

Allí realizan diferentes actividades propuestas por el servicio médico, unas tareas de las que se encargan las denominadas auxiliares de referencia, que mantienen con el interno y sus allegados un trato directo, cercano y familiar.

Así hacen tiempo hasta las 13 horas, momento en que llega la comida, tras la que echan una pequeña siesta, pasean tranquilamente por las inmediaciones del recinto y reciben la visita de sus seres queridos.

A las ocho de la tarde comienzan a cenar y después cada uno se dirige a sus dependencias privadas, donde ven la televisión, leen libros y revistas o hacen pasatiempos hasta la hora de dormir.

FUTURO. Tras quince años de incesante actividad, el Centro Socio-sanitario de Guardo da trabajo actualmente a medio centenar de vecinos de la comarca y atiende a 102 personas, aunque tiene capacidad para 180. De ellos, parte proceden de las nueve provincias de Castilla y León (los que tienen plaza concertada con la Administración Regional) y el resto son del propio municipio y otros pueblos cercanos (residentes privados).

Los resultados de En mi casa han sido tan satisfactorios que los responsables de este complejo que dirige Isabel Franco están empezando a incorporar pequeños detalles propios de este espacio en la segunda planta, donde se han introducido algunos elementos ornamentales en los pasillos  y pequeños toques de color en las habitaciones. Además, tienen la intención en un futuro próximo de crear una nueva unidad completa en el primer piso.