Hoy, de menú, pasta

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El 'Restaurante Catalina de Austria' de Torquemada cumple un año de una 'misión' muy particular: elaborar el menú del Comedor Social. Ha llegado a preparar hasta 180 comidas

Hoy, de menú, pasta - Foto: Picasa

Tiene un defecto. Nunca dice no. Lo sabe, lo reconoce, y esboza una sonrisa. Marisa es eléctrica. No para. Las 24 horas que tiene el día se le quedan escasas. Se mueve como una lagartija por la cocina de su restaurante en Torquemada. Hoy de menú tiene macarrones con salsa mediterránea y torrijas.

Es el menú más especial que ha elaborado este mes de noviembre. El menú para sus clientes VIP, esos con los que ha logrado un vínculo especial el último año:los usuarios del Comedor Social de la capital palentina.

Marisa, desde los fogones del Restaurante Catalina de Austria de Torquemada se encarga de alimentar ilusiones, saciar penurias y demostrar que en los pucheros, además de buenos alimentos, también pueden tener cabida ciertas dosis de solidaridad.

«Me cuesta llegar a fin de mes, pero no me cuesta llegar a los que más lo necesitan y prepararles cada día 15 un menú», afirma, cucharón en mano, mientras remueve una gran cazuela donde remata la salsa mediterránea.

Son apenas las diez y media de la mañana. Dos obreros hojean la prensa en la barra de su restaurante. En otra mesa, cuatro clientes comparten conversación en torno a unos cafés. Ella, en la trastienda, ultima la comida que a mediodía pondrá rumbo a la capital desde Torquemada. «¿Trabajo? Lleva, por supuesto, pero puede más la satisfacción que las horas que le eches», sentencia.

Al otro lado de la diminuta ventana que separa la cocina de la barra, su hija María Teresa atiende a la clientela.  Le cuesta salir en las fotos, se le da mejor el don de gentes. No le cuesta tanto echar una mano a su madre y a Fernando, el otro pilar sobre el que se apoya la colaboración del restaurante torquemadino con el Comedor Social.

«Ayer (por el miércoles) libraba, y aquí estuvo, hasta las tantas, preparando todo. Esto es un trabajo en equipo que sacamos como buenamente podemos», relata.

Su establecimiento, abierto hace apenas cuatro años, lejos de estancarse y esperar a que caigan los clientes, es un oasis donde florecen las ideas (menús medievales, menús-catas, pizzas castellanas, etc...). Una de ellas, hace justo un año, fue una cata solidaria que llegó a oídos de los promotores del Comedor Social.

«Vieron en las redes sociales lo que habíamos hecho y me propusieron colaborar elaborando un menú al mes. No podía decir que no. Ni me lo pensé», asevera.

No pensó que llegaría a dar 180 menús, no pensó que le llevaría casi 48 horas preparar toda la infraestructura y, por no pensar, ni pensó que su cocina está dimensionada para... ¡unos 30 comensales!

«Es una aventura, pero soy de los que piensa que las campañas solidarias en Navidad están muy bien, pero que la gente también come en enero, en febrero, en marzo, en abril... y eso muchas veces se nos olvida». Se gira, y sale de la cocina.

En el coqueto comedor de su restaurante, algo llama de repente la atención: una enorme calabaza. La señala. «Mira. El próximo menú, crema de calabaza», afirma, antes de hacer un llamamiento. «No cuesta tanto colaborar. Todo producto que se aporte, será bienvenido para la elaboración de los menús».

El guante está lanzado. A ver quién lo recoge.