Alberto Nadal: «Mientras pueda seguir operando, no debe cerrarse una central nuclear»

Javier D. Bazaga | Madrid
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Alberto Nadal defiende que el Gobierno ha ido introduciendo todas las medidas «que podíamos» para favorecer al carbón, y apuesta por una minería competitiva con mayores niveles de producción per cápita pero menos fabricación en té

¿Cree que debería prorrogarse el funcionamiento de la central nuclear de Santa María de Garoña?
Todos los activos nucleares españoles deben dar el máximo de su vida útil siempre y cuando se den dos condiciones: absoluta garantía de seguridad, que lo da el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que está totalmente conectado con las normas de seguridad internacionales; y que las inversiones que sean necesarias hacer para extender el funcionamiento de una central durante 10 años se hagan.
Mientras la central pueda seguir operando, sea segura porque se cumplen todos los requisitos y a su propietario le salgan los números, no debe cerrarse una central nuclear.
Es como cerrar por decreto un edificio porque llegue a los 40 años. Si se deteriora antes habrá que cerrarlo antes, y si no está deteriorado habrá que utilizarlo el máximo posible porque si no es un coste inasumible para el país.
La PNL que introduce el Grupo Socialista en la Cámara tiene un problema: si las quiere cerrar porque no son seguras las tendrá que cerrar ya, pero como eso no es verdad y cumplen con los requisitos de seguridad, ¿por qué 40 y no 50 o 60 años?
Se tiene que ir viendo cada central y cada caso concreto. La central de Zorita se cerró con 38 años porque no daba más de sí, y no merecía la pena. Sin embargo la central de Trillo, que es de las más modernas, sus gemelas americanas van a operar algunas ya 60 años. Hay que ver caso por caso.
Cerrar por decreto es absurdo. ¿Cómo justifica el PSOE el cierre a los 40 años? De la forma más asombrosa: dice que por cuestión de seguridad porque los residuos nucleares pueden tener impacto terrorista. Pero es que ya los tengo, y ya lo tengo controlado.
Hay que recordar que las centrales nucleares producen el 20 por ciento de la energía eléctrica de este país, operan las 24 horas al día y ofertan a 0 en el pull, por lo que bajan muchísimo el precio de la electricidad.
¿Qué pasaría si las quitáramos?
Tendríamos dos efectos económicos desastrosos: se elevaría el coste de generación entre un 25 y un 30 por ciento, y ese 20 por ciento que emite 0 de CO2 habría que sustituirlo por otra cosa.
Tenemos las renovables
Dado el nivel de aislamiento que tiene España, con el 100 por cien de renovables no garantizaríamos el suministro, porque es intermitente. La eólica y la fotovoltaica solo está cuando hay recurso. Entonces estaríamos sustituyendo ese 20 por ciento con gas y carbón. Es decir, el proyecto -del PSOE- es que por motivos medioambientales cierro centrales nucleares que suponen un 20 por ciento del mix para sustituirlo por centrales térmicas de gas y carbón. No lo acabo de entender.
¿Garoña es imprescindible para el suministro eléctrico?
Garoña podría cerrar desde el punto de vista del suministro eléctrico, otra cosa es que tenga sentido, desde el punto de vista económico, cerrar un activo de estas características.
Hay algunas zonas de España en que la unidad de generación está en un lugar que, si desaparece, no está garantizado el suministro.
¿Qué posibilidades hay de incorporar la fractura hidráulica o fracking a la exploración de hidrocarburos?
Cualquier exploración de hidrocarburos, sea convencional o no convencional debe gozar de las máximas garantías medioambientales, y eso lo introducimos en la ley y hoy España es de los países más garantistas en este aspecto. No vas a hacer un agujero para buscar gas en el medio de una gran ciudad, lo tienes que hacer en una zona donde no se vea afectada la población, donde no esté especialmente protegido el paisaje o donde no haya riesgos, o sean los mínimos posibles.
La segunda consideración que hay que hacer es que el petróleo a 30 -dólares- no va a estar toda la vida, y no lo podemos eliminar de la noche a la mañana, y España es uno de los pocos países en el mundo, sobre todo de la cuenca mediterránea, que no está buscando petróleo o gas. Italia, Grecia, Croacia, Chipre, Noruega, Reino Unido, Dinamarca o Suecia están buscando hidrocarburos en su territorio.
El único país -que yo recuerde- que ha hecho una prohibición absoluta al fracking es Francia, pero es que tiene el 75 por ciento de energía nuclear.
La combinación de cierre de nucleares y no búsqueda de hidrocarburos es letal, y eso es una de las cosas que nos han propuesto a la hora de formar gobierno en España.
¿Entonces estamos dispuestos a explorar esa vía?
Siempre y cuando se den las condiciones ambientales adecuadas y el reparto de los beneficios sea conforme a la carga que se soporta por parte de los ciudadanos: cuanto más cercano a la instalación, más alta la retribución. Igual que con los municipios nucleares.
¿Cómo valora la situación de la minería tras la decisión de la Unión Europea de eliminar las ayudas al carbón?
La decisión europea obliga al cierre de las minas que reciben ayudas en 2018, sobre eso se estableció un mecanismo adicional de apoyo contra el sistema eléctrico que se negocia en 2010 con la condición, irreversible, de que a 31 de diciembre de 2014 acababa ese mecanismo de apoyo. Hubiéramos vivido mucho más cómodos si el mecanismo de apoyo hubiera existido hasta 2018 pero quien lo negoció entonces lo hizo hasta el 31 de diciembre de 2014.
Nosotros seguimos buscando mecanismos que permitan al sector del carbón seguir operando hasta 2018 con la evolución razonable y que se de una oportunidad a aquellas minas que puedan ser rentables más allá de 2018.
Y seguimos peleando, incluso en funciones. La última visita a Bruselas del ministro y mía con la comisaria fue hace dos semanas, la última conversación con la Comisión fue el viernes pasado y este lunes vuelvo a hablar con ellos. Seguimos peleando. Pero lo que yo nunca entendí, y eso nos vino dado, es que si el plan de cierre se extendía hasta 2018, por qué el decreto de restricciones era solo hasta 2014. Pero eso ya es leche derramada, y sobre eso hemos intentado operar lo mejor posible.
En contrapartida hemos mejorado las condiciones sociales brutalmente, hemos prorrogado las prejubilaciones que expiraban cuando nosotros llegamos, y hemos dado el régimen más generoso de prejubilaciones que ha habido nunca en la minería del carbón en cuanto al acceso a las mismas, no en la cuantía pero sí en cuanto al acceso. Hemos intentado pagar las ayudas lo antes posible en lo que depende del presupuesto.
Todo lo que podíamos hacer en favor del carbón lo hemos ido introduciendo, hemos pedido un esfuerzo al sector eléctrico para que siga contando con el carbón nacional, pero el verdadero problema del carbón viene asociado a que la caída del precio del petróleo ha arrastrado el precio de todos los hidrocarburos, incluido el carbón.
Y el segundo problema que tienen es la esquizofrenia de algunas fuerzas políticas que quieren eliminar el carbón del mix energético mientras que quieren mantener abiertas las minas y las centrales térmicas. Los mismos que están presionando para la sustitución inmediata y rápida de todas las energías fósiles son los mismos que ahora piden que no se cierren algunas centrales térmicas y algunas minas. Las dos cosas a la vez no es posible.
¿Y qué pasará cuando termine el plazo en 2018?
Creo que habrá un espacio para la minería competitiva, con niveles de producción per cápita mayores pero con volúmenes absolutos de producción más bajos, aunque también dependerá de cómo equilibran nuestros socios europeos y las reglas comunitarias la necesidad de seguir avanzando cada vez más hacia una economía descarbonizada con el hecho de presionar a todo el sector del carbón.
Lo que no se puede tener es la esquizofrenia de decir que en 2030 queremos tener el 40 por ciento de renovables y simultáneamente pedir que no se cierren las minas de carbón ni las centrales térmicas. O una cosa o la otra. ¿No es mejor llevar un ritmo más acompasado y no fijar objetivos irreales respecto al cumplimiento de renovables y simultáneamente dar una oportunidad para que se vaya adaptando el sector del carbón?
Y ojo con la seguridad del suministro que España es una isla energética. Pero lo que se vocifera en un sitio a favor se vocifera lo contrario en otro: si estamos en una cuenca minera a defender el carbón, si estamos con una asociación ecologista el carbón no lo queremos ni ver.
Mariano Rajoy comprometió en su visita a Castilla y León una serie de ayudas. ¿En qué quedó este asunto?
Estamos en ello. Hemos hablado con la Secretaría de Estado de Presupuestos.
¿Hay cifra?
Es que estamos en funciones y la ley nos dice que no podemos comprometer nada. Pero la idea es seguir buscando un mecanismo de apoyo al carbón directo y mejorar el apoyo a la reactivación económica de las comarcas mineras.
Esto es algo que, si tuviéramos la legislatura en funcionamiento ya estaría en marcha, pero no es así.
¿Hasta qué punto es bueno para la economía que el barril de petróleo esté tan barato?
Es buenísimo. No le demos vueltas, somos importadores de petróleo. El 50 por ciento de nuestro consumo energético es transportes, y aunque haya habido avances en los últimos años -y ojalá continúen al mejor ritmo posible-, el transporte se mueve por el litro de gasolina. No nos engañemos, eso será así todavía durante muchos años.
Pero no nos podemos dormir en los laureles, el petróleo a 30 no va a ser indefinido y hay que aprovechar para intentar ser menos dependientes.
¿Cuando llegará a los bolsillos de los ciudadanos?
Ya está en el bolsillo de los ciudadanos.
Pero no con esa intensidad.
Eso me hace gracia. Es muy llamativo ese titular de ‘ha bajado un 50 por ciento el precio del petróleo pero no ha bajado un 50 por ciento el precio de la gasolina’. ¡Claro! Igual que cuando baja un 50 por ciento el precio de la leche no baja un 50 por ciento el precio del queso.
El precio del petróleo solo es un componente del precio de la gasolina. Luego están los impuestos, los costes del refino, transformación y el resto de costes como transportes.
Otra cosa es que, a corto plazo, los operadores no se den siempre prisa en trasladar esos precios, pero por eso estamos encima tanto el Ministerio como la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia para que los precios reflejen lo que tienen que reflejar.
Desde el Ministerio han hecho mucho hincapié esta legislatura en reducir el déficit de la tarifa eléctrica. ¿Contentos con el resultado?
Estamos contentos con el resultado.
¿Cómo ha sido ese empeño?
El empeño ha sido durísimo. Cuando llegué aquí me propuse medir de verdad el déficit. Y digo de verdad porque todos los años se hacían unas estimaciones y luego el resultado era tres o cuatro veces de lo inicialmente previsto.
Pusimos a gente a buscar toda la información que había en el país y cuando me vinieron con las cifras no me lo podía creer. Me encontré con que tenía 13.000 millones de ingresos en peajes y cargos del sistema y 23.500 de gastos. A 2020 el agujero no era de 10.000 millones, era de 20.000. 
Nunca llegó a esas cifras porque desde el comienzo de esta legislatura se tomaron medidas, se establecieron impuestos, se modificaron peajes... Pero hacía falta una revisión total de toda la actividad regulada del sistema, y lo miramos todo: el transporte, la distribución, la interrumpibilidad. Lo digo porque la gente identifica la reforma eléctrica como una reforma de las renovables y eso solo fue una parte.
En las redes eléctricas, había una retribución en alta tensión (transporte perteneciente a Red Eléctrica) y otra en media y baja tensión (distribución de las compañías distribuidoras), por lo que el sistema de retribución en transporte y distribución no tenían nada que ver.
Y la impresión es que en función de quién venía a este despacho a plantear sus cuitas se iba haciendo una regulación ad hoc. Esta es la primera vez que se ha hecho una regulación única sobre redes en la que se valora el activo de la misma manera y se retribuye de la misma manera, seas de alta o seas de media o baja tensión. 
Eso en redes, pero en renovables, el caos que tenía España no lo tenía ningún otro país del mundo. Hemos puesto orden y el resultado neto para el sector creo que es positivo. Es cierto que algunas instalaciones han perdido retribución, pero saben que esa retribución la van a recibir. Lo anterior era un sistema totalmente quebrado con el que nunca sabías lo que ibas a cobrar.
La alternativa hubiera sido subir un 40 por ciento el recibo eléctrico en España. Y en un país intentando salir de la recesión, con una tasa de paro brutal y con la prima de riesgo disparada, subes un 40 por ciento el recibo y no revisas las retribuciones de los sectores regulados y el país se hunde.