Gloria y miseria de una ambición

Javier M. Faya (SPC)
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La personalidad de Rosa Díez, cofundadora de UPyD, aboca a desaparecer a una formación absorbida por Ciudadanos el 20-D

«Unión por nuestra defensa incondicional de la unidad de España, Progreso porque somos un partido progresista respetuoso con la libertad individual y Democracia porque somos una formación radical que apuesta por profundizar la democracia». Con esta explicación, la diputada del PSOE -y parlamentaria magenta entre 2011 y 2015- Irene Lozano definía hace tres años lo que significaban las siglas de UPyD, una formación herida de muerte que ha visto esta semana cómo abandonaban el barco su hasta hace poco presidente, Mikel Herzog, y la cofundadora y número uno durante ocho años, Rosa Díez.

Alfa y omega del partido, su arrolladora personalidad fue capaz de hacer que una idea surgida en San Sebastián un 19 de mayo de 2007, bajo el nombre de Plataforma Pro, cristalizara y creciera a pasos agigantados, pero esa misma cualidad que algunos llamaron soberbia y otros régimen personalista, fue la que ha hundido a una formación que ha sido fagocitada por Ciudadanos, con quien estuvo a punto de aliarse varias veces -incluso antes de nacer-, si bien la vasca, recién jubilada, se opuso. Solo quería ser líder. Ycrear.     

Tuvo buenos padrinos esta tercera vía, que prometía acabar con el bipartidismo, como ya hiciera el PRD de Miquel Roca en 1984 para desaparecer dos años después. El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el dramaturgo Albert Boadella le dieron su apoyo público a esta nueva opción, y quién sabe si eso hizo, unido al hartazgo de la clase política y de una crisis económica que se atisbaba, más el descontento existente en un sector del PPcon Rajoy, que Rosa Díez se hiciera con un sillón en el Congreso en 2008 gracias al respaldo de 306.709 españoles. Fue muy guerrera durante la segunda y decepcionante legislatura del leonés. Le dieron mucha munición, con argumentos financieros y territoriales.

Toni cantó. En 2011 comenzaba el via crucis del PSOE y Díez rascó esta vez a la izquierda, haciéndose con 1.143.225 votos y cinco escaños con los que formó grupo parlamentario propio. El glamour lo puso el actor Toni Cantó, que metió la pata con algunos tuits, y que le dio colorido al Congreso.

Quién le diría al valenciano que se acabaría largando en julio de 2015 -para recalar en Ciudadanos, donde tiene asiento- de un barco que parecía hecho para tener un papel clave en el panorama político español, ya fuese como bisagra, objetivo que nunca logró, o como azote de unos y otros, capaz de abrir causas -y personarse- contra la corrupción, algo que ya se echa en falta, como pasó esta semana con el caso Pujol. Yes que la petición de prisión incondicional para Jordi Pujol Ferrusola se esfumó...  

Todo parecía de color de rosa, y nunca mejor dicho, para UPyD, ya que antes había logrado hacerse un pequeño hueco en el País Vasco, Asturias y... Europa. Pero las fisuras también aparecieron.

Posiblemente, el ascenso lento pero seguro de los magenta solapó la primera crisis importante. En julio de 2009, Mikel Buesa, uno de los cofundadores de la formación pega un portazo y la Ejecutiva expedienta a otros 14 críticos. Se empieza a poner en cuestión la D de UPyD, pero los resultados mandaban, así como la falta de una oferta alternativa a los dos grandes partidos.  

Hay veces en las que uno puede morir de éxito y eso precisamente fue lo que le pasó a Unión, Progreso y Democracia. Se quería imprimir una quinta marcha al proyecto, no ir como las hormiguitas, y tras los buenos resultados cosechados en las europeas de 2014, en los que multiplicó por cuatro su representación gracias a Francisco Sosa Wagner, éste pronunció la palabra maldita, tabú:Ciudadanos.

Cualquier sugerencia que tuviera que ver con una alianza con los naranjas provocaba un auténtico ataque de ira de Rosa Díez, que poco más o menos veía esto como una traición. Ella llevaba el mando de la nave y nadie se lo podía discutir. Pero nadie es eterno, ni siquiera los líderes personalistas, que hacen suya la formación. Sucede algo parecido con C’s, ya que ese partido es Albert Rivera y viceversa.

La tormenta que desencadenó el profesor universitario dejó en muy mal lugar a los magentas, que vieron el principio del fin en Sevilla en marzo de 2015. El resultado que se cosechó fue, sencillamente, catastrófico, con un Ciudadanos, por quienes suspiraban muchísimos militantes -algunos se unieron a sus filas desencantados con Díez-, que comenzaba el despegue.

A pesar del primer aviso, la vasca dejó la autocrítica para otros. El segundo no tardó en aparecer, dos meses concretamente, en las regionales y municipales. El abismo estaba ahí, y Díez se empeñaba en seguir negando la evidencia. Como el capitán del Titanic parecía querer hundirse con su barco, porque precisamente en eso se había convertido su formación.   

Colocar a Andrés Herzog, su delfín, fue un parche, y que ganara en un congreso extraordinario a Irene Lozano -que quería la alianza con C’s y acabó en el PSOE- en julio,  la condena. Yla fecha de la sentencia de muerte era conocida por todos:20 de diciembre. Hasta el Partido Animalista les vapuleó. Los 153.401 votos resultaron determinantes. Yla lideresa, a la que le perdieron las formas una vez más,  dejó el muerto al vasco Gorka Maneiro, que se queja de que le han encargado el trabajo sucio. Asegura que hay futuro. ¿Naranja quizás?