«La procesionaria no mata al pino, pero hay que intervenir si afecta a la población»

Esther Marín
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Juan Carlos Domínguez Alonso • Ingeniero técnico forestal

La procesionaria del pino ha hecho acto de presencia de forma significativa en varias zonas de la provincia (como Aguilar de Campoo o Saldaña). Desde el Centro de Sanidad Forestal de la Junta, ubicado en Calabazanos, nos aclaran las dudas que surgen en torno a esta plaga.

¿Qué es la procesionaria?

En un lepidóptero, una mariposa que vive en los pinares. Abunda mucho y se pueden disparar sus poblaciones, con lo que termina haciendo daño. Se considera una plaga porque hace daño a algo que los humanos creemos que hay que proteger. Vive de forma natural en España, por lo que es autóctona del país. Hay que controlarla, pero en ningún momento se pretende acabar con ella.

¿Cómo es su ciclo evolutivo?

El macho y la hembra se aparean y, mientras el macho buscará otra hembra con la que repetir el apareamiento, la hembra hace una puesta de los huevos sobre un par de acículas, formando un canutillo recubierto por las grandes escamas de su abdomen. La puesta suele ocurrir entre junio y agosto, en función del clima de la zona. En unos treinta días empiezan a eclosionar las larvas y se alimentan  de las acículas más cercanas a la puesta, causando un primer y característico daño sobre el árbol. En este estadio es cuando hay más sensibilidad para realizar un tratamiento con insecticidas, ya que las orugas al ser pequeñas son muy sensibles a estos productos.

Las orugas van pasando por diferentes estadios. Tras la primera muda entre ocho y doce días, siguen formando pequeños nidos provisionales mediante entrelazados de hilos de seda, normalmente cubiertos por pequeños excrementos.

Transcurridos de 12 a 18 días realizan su segunda muda, apareciendo los pelos urticantes, cada vez más numerosos según avanza el crecimiento y comienzan a construir el característico bolsón de invierno. Es un conjunto de hilos de seda que van segregando las orugas entre ellas con los que forman una pelota normalmente en lo alto de la copa, en una zona soleada para que acumule calor y las proteja del frío del invierno.

Pasado un mes, las orugas vuelven a mudar, alcanzando el cuarto estadio en el que pasan el invierno. Por el día intentan coger calor y a primera y última hora salen para alimentarse de las acículas.

¿En qué fase están en estos momentos?

Ahora en el quinto y último estadio, cuando las orugas han alcanzado su mayor tamaño. Es cuando se ven las procesiones: porque se trasladan de un pino tras acabar con sus acículas y van a otro para seguir alimentándose o porque buscan sitio de enterramiento.

Cuando las orugas se desarrollan por completo buscan un sitio donde enterrarse y crisalidar, paso previo a convertirse en mariposas. Son lugares sin mucha humedad y soleados donde se juntan tras hacer un agujero en el suelo. Allí pueden estar hasta el siguiente verano o varios años. Si han dejado el pinar sin recursos esperan unos años para salir.

Los ataques de procesionaria detectados este año, ¿son mayores que los habituales?

La procesionaria lleva un ciclo. Imaginemos un pinar en el que las mariposas hacen una puesta y aparece una presencia normal de procesionaria. Lo normal es ir evolucionando en población.

Cuando han acabado con las acículas y ven que el año siguiente no tendrán qué comer se quedan enterradas para que se recupere el pino. Además también hay parásitos de la procesionaria que aumentan con ella; si hay más procesionaria hay más comida para los que comen procesionaria. Todo ello colapsa y los siguientes años es muy probable que no haya procesionaria. Lo que se hacía antes era intervenir a mitad de ese proceso para reducir la población y evitar daños mayores.

Hay que dejar claro que es prácticamente imposible que la procesionaria mate un pino. Lo que hace es reducir su crecimiento y producir pérdidas económicas por ese motivo.

La procesionaria tiene importancia en tres aspectos. Uno de ellos es el que se refiere a repoblados jóvenes, que son más sensibles a su presencia y a los que puede debilitar hasta el punto de matarlos. En una masa adulta establecida puede resultar doloroso verlo todo comido pero sabes que no lo va a matar.

Otro es el que se refiere a los aprovechamientos. Si hay mucha procesionaria dificulta que los operarios trabajen en la recogida de piñas. El factor fundamental es el que sea urticante y si los pinos están cerca de la población afecta a los seres humanos.

Pueblos de la zona norte han pedido a la Junta de Castilla y León que busque una solución para acabar con la procesionaria del pino en determinadas áreas. ¿Cree necesaria alguna intervención?

Si hay un pinar por el que se pasa habitualmente existen posibilidades de que la urticaria pueda afectar y más si se tienen problemas de alergia. El problema de zonas como Aguilar es que la población y el pinar están juntos. El mundo lo hacemos los humanos y una cosa tiene o no importancia  en función de nuestra valoración. Así, algo que nos perjudica a los humanos es importante.

En los pueblos en los que se estén produciendo trastornos a la población  por culpa de la procesionaria considero que hay que intervenir, intentar atajar el problema. Lo suyo es realizar una actuación para que haya menos procesionaria y no perjudique a la población.

¿Existen tratamientos preventivos para el control de la procesionaria?

Es difícil. Hay trampas de feromonas que se utilizan para el estudio de las poblaciones y, cuando los niveles de procesionaria son bajos, para intentar mantenerlos. Cuando la población tiende a subir es muy difícil controlarla.

Ahora han aparecido tratamientos novedosos como la inyección de un insecticida al árbol, que permanece activo dos o tres años y las orugas que vayan a comer allí mueren. Parece que se han abaratado un poco, pero es costoso porque es árbol por árbol. En la Consejería de Medio Ambiente trabajamos con  superficie de árboles, no con individuos.

En determinadas zonas del norte se ha valorado la cantidad de árboles a tratar, su coste y las repercusiones que está teniendo sobre la población y habrán estimado que es adecuado realizar este tratamiento.

La oruga, además de ser dañina para los pinos, se convierte en un problema sanitario para las personas. ¿Cómo identificar su presencia?

Cuando hacen las procesiones son muy llamativas y lo lógico es que, por ejemplo los niños, se acerquen a ellas para tocarlas. Las orugas son muy urticantes incluso aunque no las llegues a tocar físicamente. Cuando ellas se sienten amenazadas se encorvan y disparan pequeñas partículas que pueden afectar.

Sería importante que toda la población conociese esta plaga, lo que son los bolsones y las orugas, que sepan que no se pone en peligro a los pinares pero conviene alejarse de ellas debido a su urticaria. Con estar a un metro de ellas es suficiente, pero al acercarse más se sienten amenazadas y pueden soltar esos pelos. Incluso a la gente más sensible con solo pasear por un pinar le puede afectar.

¿Y a los animales?

Algunos como los perros, que son muy curiosos y pueden llegar a morder orugas, sufren las consecuencias. Puede llegar a producir necrosis en la lengua e incluso morir si tiene alguna alergia y se le inflama la garganta. La persona que vaya con un perro y sepa que hay procesionaria por la zona es mejor que lo lleve atado y tenga la precaución de que no se acerque.

En algunas zonas del país se han colocado nidos artificiales de herrerillos y carboneros, aves que son depredadores naturales de la oruga de la procesionaria por ser ésta la base de su alimentación

Eso se hacía sobre todo en los años 50, 60 y 70. Hay pájaros que son predadores de orugas. Uno de los problemas que tienen los pinos jóvenes es que no hay un hábitat adecuado para ese tipo de especies y por eso se favorece con la colocación de cajas anidaderas.

Esos pájaros van a ayudar al control natural de las poblaciones de procesionaria en un nivel estable, pero si se dispara la población es imposible. Por más que coman no se puede controlar.

¿En la capital palentina tendríamos que tener cuidado en alguna zona? En principio no. En los parques y jardines puede que haya algún bolsón pero no es evidente.  Puede que haya alguno puntual en la zona alta de las copas. En todo caso, el Ayuntamiento estará pendiente de este tema, porque es relativamente fácil actuar en zonas urbanas. En jardinería es fácil la actuación y más en una ciudad con medios. El problema  viene cuando en lugar de en un pino la procesionaria está en millares.

¿Hay alguna otra plaga importante en estos momentos?

Las actuaciones que se venían realizando sobre la procesionaria han bajado por la aparición de nuevas plagas que sí ponen en riesgo a las masas de pinar. Se trata de plagas que vienen de fuera, que no son autóctonas, y que si llegan y se extienden pueden acabar con los pinares.

La Consejería de Medio Ambiente ha tenido que redistribuir los medios económicos y técnicos a esas otras plagas que amenazan nuestro ecosistema. Por eso en los últimos años se han visto reducidas bastante las actuaciones sobre la procesionaria. Hay una muy concreta a la que desde el Centro de Sanidad Forestal dedicamos el 80 por ciento de nuestro tiempo y esfuerzo.

Se trata del nematodo de la madera del pino, originario de Estados Unidos -donde no produjo ningún daño- que saltó a Japón a principios del siglo XX y allí ha hecho estragos. Pasó a China y luego a Lisboa. Ahora todo Portugal es zona contaminada por ese nematodo y en España hemos tenido cuatro focos, tres de ellos activos en estos momentos: uno en Pontevedra, otro en Extremadura y el tercero en Salamanca. Es un organismo que se considera peligroso para las coníferas de toda Europa.

En frenar su extensión, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta está dedicando un gran esfuerzo, sin abandonar el resto de plagas que tenemos de forma tradicional.

Se mantiene el asesoramiento técnico a todo el que lo solicite, porque las plagas de los montes son responsabilidad de los propietarios de esas masas. La Junta no puede ir más allá; los medios técnicos y humanos son limitados.

El Centro de Sanidad Forestal comenzó su andadura acometiendo labores de apoyo a la gestión en el ámbito de la sanidad forestal y en 2008 se puso en marcha el Laboratorio de Patología. ¿Cómo se trabaja?

Por una parte está el Laboratorio, que se encarga de los análisis  de especies forestales en la Comunidad. Fundamentalmente de todas las muestras de nematodo de la madera del pino que se recogen en Castilla y León, que con los años han  aumentado de forma extraordinaria, y del hongo Fusarium circinatum, además de las alertas fitosanitarias que puedan surgir en toda la Región.

También se trabaja en el asesoramiento en plagas, gestión y colaboración con los Servicios de Medio Ambiente, además de visitas de campos, inspecciones, etc.