Con el segundo se lo trabajó un poquito, aunque ese adjetivo para un artista como usted no sea el mejor

Sinceramente no es un mal calificativo, independientemente de que se sea o no artista. El sentimiento va por dentro y otra cosa es el intentarlo y el ponerle ilusión. Y la ilusión se la pone uno únicamente cuando ve que el toro puede colaborar mínimamente o embestir de una forma más o menos adecuada. Y eso es lo que ha pasado con ese mi segundo toro, con el que traté de poner ilusión y ganas, pero el recorrido que tenía era mínimo.

Con su primer toro el público esperaba más y acabó enfadado. Bajo su punto de vista, ¿con razón o sin razón?

Yo pienso que ese animal tenía algún defecto en la vista pues hacía cosas extrañas cuando estabas delante de él y eso es lo que más te puede asustar porque no sabes realmente lo que te va a hacer. Aún así, entiendo el enfado, pues el público no tiene por qué ser entendido, además a mí no me gustan los entendidos, me gustan mas los aficionados que hacen lo que sienten. Está bien que haya habido esa especie de bronca, aunque las he tenido peores.