UGT calcula que el origen de la mitad de bajas es laboral

SPC
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El consejero de Empleo considera que la experiencia del amianto debe "servir de ejemplo" a la hora de detectar enfermedades causadas por productos químicos o dolencias muscoesqueléticas derivadas de esfuerzos continuados

UGT calcula que el origen de la mitad de bajas es laboral

UGT Castilla y León calcula que más del 50 por ciento de las bajas en la Comunidad es de origen laboral y ha pasado por el régimen laboral. El secretario regional de UGT, Faustino Temprano, demandó, en declaraciones recogidas por Ical, la elaboración de un mapa, en colaboración con las mutuas, de la situación de las enfermedades profesionales y así “poner límite” a la “problemática” que tiene el trabajador. No en vano, señaló que muchas de las bajas que cogen los empleados no son por contingencias laborales sino comunes. “Existe un ahorro para las administraciones porque el trabajador percibe una menor prestación económica y sigue existiendo en las empresas un miedo del empleado a la hora de declarar una baja por enfermedad profesional”, apuntó.

El sindicato considera que el 79 por ciento de las enfermedades profesionales están ocultas en la región, con cerca de 3.700 patologías sin reconocer. Además, el año pasado se registraron un total de 958 casos declarados como enfermedad profesional, es decir, como consecuencia del trabajo realizado. De ahí que Temprano demandara a la administración central, según declaraciones recogidas por la Agencia Ical, el reconocimiento y la adecuación de las enfermedades profesionales a la situación actual. Apostó por la prevención de muchas de las enfermedades, que pasa por una mayor inversión en esta materia, en colaboración con los empresarios.

El consejero de Empleo, Carlos Fernández Carriedo, que hoy clausuró en Valladolid la jornada ‘Las enfermedades profesionales a debate: Desafíos del futuro’, organizada por UGT Castilla y León, afirmó que el conjunto de las administraciones públicas lleva tiempo con la concienciación de la importancia de la salud laboral entre la ciudadanía y los riesgos vinculados a los accidentes laborales. Pero subrayó que las enfermedades profesionales son menos conocidas por parte de la sociedad, en parte porque no están “suficientemente” reconocidas y por la dificultad para establecer una vinculación entre la patología y la actividad desarrollada.

“Existe una vinculación muy clara entre un accidente laboral y el mundo del trabajo pero no es tan sencillo en el caso de las enfermedades laborales”, manifestó. En ese sentido, Fernández Carriedo precisó que deben cumplir dos condiciones a la vez como que estas patologías deben estar recogidas en el catálogo nacional de enfermedades laborales y que exista una conexión, desde el punto de vista sanitario, entre el producto químico o la dolencia muscoesquelética y la propia profesión.

Citó, por ejemplo, que determinadas actividades vinculadas a productos químicos como el sílice o amianto sin olvidar los esfuerzos físicos que realizan las camareras de pisos en los hoteles, con efectos mucho tiempo después del trabajo realizado.

“En numerosos casos, la enfermedad se detecta muchísimos años después de abandonar esa actividad, haber dejado ese puesto de trabajo o incluso en la edad de jubilación. Y, por tanto, no siempre es fácil establecer esa vinculación”, aseveró. Hizo hincapié en los productos químicos que, al igual que ha ocurrido con el amianto, pueden ‘dar la cara’ en 20 o 30 años. Recordó los efectos que puede tener en los trabajadores el manejo de la nanotecnología y las ondas hertzianas en un futuro. “La experiencia del amianto y otras actividades nos deben servir de ejemplo para detectar pronto las nuevas enfermedades profesionales, incluirlas en el catálogo nacional y establecer la relación entre la patología y la actividad laboral”, añadió.

El consejero de Empleo apostó por un compromiso de todas las administraciones para que las enfermedades profesionales, menos conocidas en el ámbito de la salud laboral, adquieran una mayor importancia, al nivel de los accidentes laborales. “El efecto es el mismo por los costes relevantes de vidas y el desembolso económico para las empresas por las indemnizaciones y absentismo, sin olvidar el coste en el conjunto de la sociedad”, precisó.