Piel de seda

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'Atienza' se decanta por la incursión en el mercado internacional ante la caída de la demanda interna. Pieles de Villarramiel, entre las más demandadas por creadores de calzado y complementos de Londres o París

Piel de seda - Foto: oscar navarro

Miles de pieles, miles de horas de trabajo, miles de kilómetros recorridos por los vehículos que suministran la materia prima desde lugares tan diversos como Francia, Italia o Canadá y miles de personan calzan, sin saberlo, botas o zapatos, o lucen, también si saberlo, bolsos fabricados con la piel que se produce en Villarramiel.

Una piel que en la localidad terracampina es mimada hasta el extremo de ofrecerse la excelencia.

El curtido vegetal -en el que se utilizan extractos procedentes de plantas como el Quebracho y la Mimosa- y el pulido artesanal, para darle un toque único, son las señas de identidad de un producto que en pleno siglo XXI mira más allá de las fronteras nacionales y no da la espalda a la introducción de novedades tecnológicas sin olvidarse de las señas de identidad: el engrasado. Se realiza con un tipo de grasa que a su vez está compuesta de muchas clases de lípidos, todos de origen natural, entre ellos grasa de pescado y sebo de cerdo, siendo su composición principal aceite vegetal (oliva y girasol).

Londres o París pisan fuerte con calzado que lleva la impronta de la piel de vacuno «procedentes de ganado estabulado, lo que nos asegura que no estén dañadas», precisa Javier García, de Curtidos Atienza.

Porque Reino Unido y Francia son algunos de los destinos de las pieles que en la planta terracampina «se realizan una a una, a mano», lo que supone el principal valor añadido «lo que busca el cliente».

Y lo que busca es diferenciarse del resto, de aquellos que se inclinan por la producción industrial. «Nuestros compradores destacan sobre todo la flexibilidad y la textura», precisa Javier.

Coge una pieza (se miden por pies, cada pie son 30 centímetros cuadrados), le la da vuelta y señala. Ni un solo defecto y un brillo diferente. Como diferente de lo industrial es todo el proceso que se sigue en las instalaciones pellejeras. Se recibe la piel en bruto. Su procedencia es diversa. Los principales mercados suministradores son Alemania, Francia, Italia o Canadá. Su precio varía. Las tendencias gastronómicas y la bolsa de la compra condicionan su precio en origen, mandan.

«Si hay menos consumo de vacuno, hay menos pieles. Eso significa, seguro, un incremento del precio», sostiene.

Esa piel es tratada en una empresa para eliminar pelos y otros restos antes de proceder a una de las fases clave para obtener un buen producto: el curtido. «Utilizamos grandes bombos de tres metros de diámetro, donde introducimos las pieles junto a los extractos vegetales», detalla.

Uno de los secretos en el caso de Villarramiel es la composición de esos grandes tambores. Están fabricados con madera africana, bolondo, «lo que aporta unas características especiales».

Si importante es el curtido, el engrasado es lo que confiere a las pieles de Villarramiel un plus.

Tanto, que los sectores a los surte tienen un alto grado de especialización y su producto se dirige a una clientela más bien reducida.

Sillas de montar, guarnicionería, calzado de producción muy limitada y marroquinería de diseño son sus principales clientes. Clientela que en los últimos años Atienza ha buscado más allá de las fronteras nacionales.

caída del mercado. La caída en las ventas a fabricantes de calzado españoles ha supuesto un antes y un después. O se abrían vías, o la dependencia del mercado interior podría haber condenado a la empresa.

A través de una red de agentes relacionados con diseñadores y fabricantes de alto standing, Villarramiel se ha hecho un hueco en un mundo donde prima, ante todo la calidad.

«Nuestros artículos han obtenido el certificado Oeko-Tex Standard 100, que garantiza que nuestros curtidos están libres de metales pesados así como de cualquier sustancia que pudiera ser nociva en contacto con la piel humana», señala.

En estos momentos un tercio de la producción de Atienza sale al exterior.

De las 30.000 pieles que se tratan al año, 10.000 acaban en productos que se ponen a la venta en escaparates de media Europa.

El cuero vegetal artesanal de Atienza no ha pasado desapercibido para grandes diseñadores. Uno de los proveedores de calzado de la Casa Real Británica tiene entre sus preferencias las pieles de Villarramiel.

Diseñadores americanos (California) estuvieron días atrás en la localidad viendo muestras. Hasta Louis Vouitton se interesó por la materia prima pellejera, aunque sus estándares asustan a más de uno. Por ahora se conforman con dar un toque de modernidad a su producción con una innovadora máquina que tinta la piel y que ofrece un amplio abanico de posibilidades para encarar los retos de los mercados a los que aspira a entrar.

Una millonaria inversión que ha contado con ayuda económica de Araduey-Campos, que ha permitido poner en marcha un procedimiento que abre nuevos mercados a la fabrica terracampina.

«Podemos ofrecer colores a la carta. Mejoramos el resultado y ahorramos tiempo» precisa Javier antes de volver a atender el teléfono. No deja de sonar.