Una provincia de cine

Rubén Abad
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El director David Argüelles y el productor Jokin Pascual han unido su talento para crear 'Viento', un cortometraje de ficción filmado en cuatro localidades palentinas que se estrenará próximamente

Palencia bien se merece una película. Sus escarpados picos, su extensa llanura y sus interminables campos de cereal han sido la fuente de inspiración de virtuosos del mundo de la literatura, la música o la pintura durante décadas. La industria del cine tampoco ha dejado pasar por alto el grandísimo potencial de esta tierra cuya grandeza queda reflejada en películas, documentales y cortometrajes de distintos autores que han apostado a lo largo de los años por esta provincia.

Los últimos en hacerlo han sido el guionista y director David Argüelles y el productor y director de Fotografía Jokin Pascual. Ambos han unido sus fuerzas para filmar Viento, un cortometraje de ficción que se rodó entre Velillas del Duque, Quintanilla de Onsoña, Roscales de la Peña y Aguilar de Campoo.

Un trabajo que han finalizado hace unas semanas y que todavía no se ha estrenado en público, aunque los cinéfilos pueden ver el tráiler del trabajo en la página web de En buen sitio, la productora que ha hecho posible este proyecto: www.enbuensitio.com. Por el momento se encuentra en lo que sus creadores denominan fase de festivales, aspirando a estar presente en algunos certámenes de reconocido prestigio internacional como el Cannes.

«Tenemos un calendario marcado para 2016 y 2017 y muchas esperanzas puestas, pero nosotros ya hemos hecho todo lo que podíamos hacer. Ahora está en manos de los seleccionadores de festivales. Así que, toca cruzar los dedos y esperar», comenta el productor. Una vez superado este trámite, el equipo tiene en mente hacer algunas proyecciones y presentaciones de norte a sur de nuestra provincia, «una tierra que ha aportado muchísimo a este trabajo y que nos acogió a las mil maravillas», añade.

Cuando el proyecto echó a andar, ambos tenían bastante claro que Palencia sería el lugar elegido para el rodaje del cortometraje y en el que se ambientaría la trama. Y es que, Argüelles y su familia llevan residiendo en Aguilar desde que abandonaron Valladolid hace trece años, de modo que los dos concibieron que era práctico situar en tierras palentinas su audiovisual. Con ello han conseguido que, aunque de forma explícita la acción principal no transcurra en un tiempo concreto, refleja un cierto ambiente, un pasado quizás no del todo amable. De hecho, algunas de esas huellas permanecen ahora en muchos de nuestros pueblos, solo hay que saber mirar para poder verlas.

«A la hora de escribir el guión se me iban ocurriendo lugares frecuentados durante los años de mi niñez que podríamos utilizar en el rodaje. Cuando empecé a localizarlos, muchos de aquellos sitios que yo recordaba habían cambiado con el tiempo o directamente ya no existían. Fue una labor de adaptación mutua: los espacios a la historia y viceversa», explica el director.

Allí tuvieron la oportunidad de compartir experiencias con los vecinos del medio rural, que desbordaron amabilidad y admiración hacia un trabajo poco común en la comarca. Así lo atesora Pascual, quien precisa que la gente con la que compartieron esta experiencia «estaba encantada con el rodaje, todo fueron facilidades. Tanto caló entre los palentinos, que incluso tenemos una anécdota graciosa al respecto: unos chavales de Velillas estuvieron haciendo un rodaje paralelo; si nosotros estábamos en una calle, ellos en otra. Tenían su propia trama y vestuario. Fue muy divertido».

El blanco y negro estuvo presente desde el principio en la gestación del guión, porque aporta a la obra los elementos sensoriales que tanto el director como el productor querían destacar en la historia. «Empezamos bien, dos personas pueden leer el mismo guión y cada una ver una película diferente en su cabeza. Entre las premisas que David marcó y las sugerencias que le hicimos desde En buen sitio había poca distancia por lo que la preproducción en ese sentido fue como la seda», destaca el Pascual.

Una entrañable historia que narra los contratiempos de un hombre que regresa al lugar donde nació. Una llamada al recuerdo oscuro, opresivo y misterioso visto a través de los ojos de un niño y del adulto en el que se llega a convertir con el paso de los años. Un título corto, pero contundente, que hace de hilo conductor de la historia. El viento y aparece de forma omnipresente en la mayoría de las escenas, con diferentes intensidades.

PREPARATIVOS Y RODAJE. Argüelles es una de las personas que trabajan detrás del Festival Internacional de Cortometrajes de Aguilar para que todo funcione. Concretamente se encarga de seleccionar las obras que se exhiben en la localidad norteña, función que le animó un día a probar suerte y escribir su propio guión. «Fueron esos profesionales y amigos que he ido conociendo a lo largo de los años en el certamen los que se leyeron la obra y me metieron en la cabeza la idea de que debía ser yo mismo el encargado de trasladarlo a la pantalla» apunta.

La suerte estuvo de su lado. En buen sitio buscaba un guión de cortometraje de ficción en el que trabajar y unos meses después de que el escrito original llegase al estudio navarro se pusieron manos a la obra para rodar finalmente entre el 22 y el 26 de agosto del pasado año.

Pero llegar hasta ese momento no fue nada fácil, el director contabiliza hasta veinte versiones distintas del texto. Al principio eran solo ideas sueltas sin conexión aparente, pero a medida que iba profundizando en la historia iban surgiendo más posibilidades por lo que el proceso de escritura se prolongó durante un año.

El equipo era muy reducido porque el guión requería muchos planos diferentes en localizaciones muy dispares ya que una de las premisas era cuidar al detalle cada secuencia. Por lo tanto, prefirieron añadir al plan de rodaje una jornada más a tener que llevar más personal técnico.

«Contamos con Lucía Benito, directora de Arte y pieza fundamental en esta historia. Todos los elementos que aparecen en escena tienen un bagaje, pero no todo el atrezo se pudo encontrar o comprar, así que tuvo que construir muchos elementos que el guión demandaba. Otra pieza indispensable fue Carmen Chávez, nuestra jefa de Producción, que nos daba mucha seguridad. Viento es una historia muy poética, donde el plano más sencillo aparentemente, se te complica y te hace romper el plan de rodaje. Si tienes a una persona de producción así te olvidas de todo y te centras en lo que estás haciendo. José Chávez era el auxiliar de este departamento, manos fuertes y hábiles era lo que necesitábamos en este rodaje y fue lo que tuvimos», subraya Pascual.

El proceso de postproducción, tal y como estaba planificado, fue más complejo. El montaje corrió a cargo de Andrés Salaberri y del sonido se ocupó Danel Ciaurriz. La voz en off que envuelve toda la obra es la de Manuel Solo, que se grabó en Madrid; mientras que los efectos, el etalonaje y la música fueron obra de Ñaña González, Jorge Jesús y Benxamín Otero respectivamente.

Un laborioso proceso en el que no dejaron nada al azar y que ha dado como resultado una obra con mayúsculas de la que los palentinos y el resto de amantes del séptimo arte podrán disfrutar en breve desde sus butacas.