El gran bache en un momento sensible de la temporada

David del Olmo
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Segunda derrota consecutiva del Quesos Cerrato, que en el último mes y medio ha acusado un bajón que le ha costado cuatro de las ocho derrotas que figuran en su casillero, mientras que ha sumado un par de victorias agónicas, que en el peor de los casos pudieron haber sido también tropiezos.

Y ahora le llega lo más duro del calendario. Para temblar. En los dos partidos que el equipo de Natxo Lezkano ganó, al CBPrat Joventut y el Unión Financiera Baloncesto Oviedo, las sensaciones fueron parecidas a las del resto de esos choques. Porque pudo con los jóvenes catalanes en una prórroga y un enorme sufrimiento (recuerden la última jugada del partido, con las quejas de Agustí Julbe, el técnico visitante, en la rueda de prensa posterior) y en Pumarín el triple de Roger Fornas (que evitó que el duelo llegara al tiempo extra). Antes, derrota ante el Ourense donde lo único bueno fue el basketaverage y en Palma de Mallorca. Y, después, en casa claro tropiezo frente al Planasa Navarra y el del viernes ante el Cocinas.com en Logroño. Seguro que cada una de las derrotas palentinas tiene sus propias claves, diferentes, pero lo cierto es que la trayectoria reciente del equipo no invita al optimismo ni siquiera de cara a clasificarse entre los cinco primeros.

Óliver Arteaga, Guille Justo y Jon Cortaberría han sufrido (y sufren) diferentes dolencias físicas. No son los únicos. Y tampoco es menos cierto que durante la semana, el hecho de no poder contar con diez jugadores sanos para trabajar cinco contra cinco en los entrenamientos hace mella en la preparación. ¿Tanto está influyendo? Al parecer sí, el equipo carece del ritmo necesario para pelear como debiera los partidos más o menos desde que se clasificó para la Copa. ¿Ha pagado el esfuerzo del final de la primera vuelta? Quizás. Incluso en la misma final copera hubo un momento de incertidumbre que bien pudo suponer la debacle. De no haber jugado en casa quién sabe lo que hubiera pasado con la reacción del Breogán. Tal vez estaríamos hablando de otra cosa. Nunca lo sabremos.

Una sensación muy personal es que la salida de Rafa Huertas descompensó un equipo que presentaba muy pocas fisuras y era bien consciente (hasta en sus derrotas) de su superioridad en esta Adecco Oro. Sin dar el máximo como equipo (ni siquiera individualmente) el Palencia era fiable. Ahora no. Rafa es un jugador que hacía muchas cosas, un peligro latente en ataque, buen defensor -recuerden su labor ante Shawn Glover, del Palma, máximo anotador de la liga, en la primera vuelta- y, sobre todo, una alternativa para el entrenador de uno, dos o tres. Cuando el escolta se marchó, y sin poder contar demasiado con Cortaberría (un jugador total, como lo son Huertas, el lesionado Romà Bas o Xavi Forcada), el entrenador perdió muchas opciones en la rotación y debió recurrir a jugadores más especialistas (casos de tiradores como Justo o Greg Gantt) o agotar al trabajador Quinn McDowell. Lezkano logró reconducir en diciembre una situación delicada al regresar de Valladolid. El viernes vienen Bravo y Garrido.