La prórroga del veto ruso y el tratado de comercio con EEUU eleva la inquietud en el campo

P.V.
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Las organizaciones de la región reclaman que se desbloquee la situación con Rusia y exigen que las relaciones políticas que se adopten no afecten a los acuerdos comerciales

Las relaciones políticas actuales con dos de los principales mercados mundiales para los productos agroalimentarios de Castilla y León preocupan al campo, que teme una caída de precios ante la ampliación del veto ruso anunciada por el Kremlin y las repercusiones que tendrá el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Europa que se negocia en la actualidad. En ambos casos, las organizaciones agrarias de la Comunidad exigen que las relaciones políticas que se adopten no afecten a los acuerdos comerciales.
La prórroga de seis meses del veto ruso anunciada el pasado 24 de junio para los productos frescos exportados de la Unión Europea (frutas, hortalizas, carne de cerdo, ternera, pollo, leche y queso, entre otros) cayó como un jarro de agua fría para los agricultores y ganaderos de la región. Aunque Castilla y León no es de las comunidades que más exportan a este país, ya que la venta de productos agroalimentarios a Rusia sólo representa el uno por ciento de los más de 1.500 millones que alcanzaron las exportaciones el año pasado, desde Asaja, su presidente regional, Donaciano Dujo, recordó que sí se llevan muchos productos a Francia, Alemania y Holanda, que «a la vez ya no pueden exportar a Rusia y por tanto compran menos a España».
Dujo apostó por buscar mercados con más garantías e instó a las autoridades a intentar desbloquear esta situación. Una opinión compartida por Jesús Manuel González Palacín, coordinador regional de UCCL, que consideró que «estos casos no deberían ocurrir en un mundo globalizado como el actual» y planteó que se dejen de primar los intereses geopolíticos frente a otros «más primordiales como los comerciales».
Desde las organizaciones agrarias incidieron en que los sectores más afectados por el veto ruso en la Comunidad son el porcino, las frutas y hortalizas, aunque el secretario general de UPA Castilla y León y portavoz de la Alianza, Aurelio González, apuntó que también repercute en el sector lácteo. «Las decisiones políticas no deberían afectar a los acuerdos comerciales», reiteró González, que recordó que «los países buscan otros proveedores cuando se pierde un mercado y luego es muy difícil volver a recuperarlo».
 
tratado de libre comercio. Pero las relaciones con Rusia no son las únicas que preocupan a las Opas de la región, que temen que la agricultura y la ganadería se conviertan en «moneda de cambio» para que ganen otros sectores en las negociaciones actuales entre la UE y Estados Unidos.
Desde Asaja señalaron que el tratado actual «deja mucho que desear y es algo hipócrita», porque se importa de otro país «un producto que en Europa no se deja producir en las mismas condiciones». «Nos parece bien apostar por una negociación así, pero si se dan las mismas circunstancias de producción que nos exigen aquí», recalcó Donaciano Dujo.
En concreto, Dujo se refirió a los productos transgénicos que se permiten cultivar en Estados Unidos y con los que se alimenta a la cabaña ganadera o la soja, así como al uso de determinados herbicidas o fitosanitarios y la quema de rastrojos. «Son prácticas que allí se hacen con normalidad y que en Europa no están permitidas», señaló el presidente regional de Asaja, que matizó que esto beneficia a que consigan producciones más elevadas. «Así es imposible ser más competitivos que ellos», aseveró.
Los sectores más afectados por el tratado, según el presidente regional de Asaja, serán los cereales y los productos cárnicos, «incluso en algunos casos se puede ver que se colapsen los mercados».
La situación es compartida por los representantes de la Alianza de la Unidad por el Campo UPA-Coag, que se muestran «radicalmente en contra» del tratado por los perjuicios que puede generar para los productores de Castilla y León «hasta el punto de que atentaría directamente contra las explotaciones familiares y el modelo social agrario que se basa por encima de cualquier otro principio en la garantía absoluta para el consumidor».
Desde la organización rechazaron «tajantemente» una rebaja de las medidas sanitarias y fitosanitarias y consideraron que «hay líneas rojas que no deben traspasarse en todo lo concerniente al mantenimiento de los parámetros de calidad, seguridad alimentaria, respeto al medio ambiente y al bienestar animal que cumplen los agricultores y ganaderos castellanos y leoneses, españoles y comunitarios». Además, consideraron «clave» que se siga respetando el reconocimiento de las figuras de calidad diferenciada tales como denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas.
Los representantes de la Alianza exigieron «un compromiso real» desde las distintas administraciones implicadas en la negociación.
 
Más transparencia. Jesús Manuel González Palacín se mostró en contra de «las formas» en las que se está negociando este tratado, «con tanto secretismo», y consideró que una decisión que afecta tanto a los agricultores de la región y de toda la UE debería realizarse con «total transparencia».
Además, «la agricultura de Estados Unidos no tiene nada que ver con la que se hace en la Unión Europea, ya que aquí se defiende más un modelo de explotación familiar frente a uno muy mecanizado de los americanos», aseguró. González Palacín criticó las prácticas que se realizan en Estados Unidos, «sin ningún respeto al medio ambiente» y que reducen los costes de producción con el uso de productos fitosanitarios.
«El tratado se va a llevar por delante a muchos agricultores, ganaderos y pequeñas industrias que tienen su mercado en lo local», insistió el coordinador regional de UCCL, que comentó: «Es como si nosotros disparamos con flechas y ellos con tanques».