Un hechizo de ruinas

Juan Carlos Castro
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Las duras condiciones de vida provocaron que en los setenta Valsurubio se despoblara • El expolio de las piedras con las que se construyeron los edificios del pueblo ha hecho que el estado ruinoso de las casas se haya agravado

Solo dos casas, construidas tras el abandono del pueblo, se mantienen erguidas en Valsurbio, lo que queda son las ruinas de lo que fueron las viviendas de los vecinos del pueblo. - Foto: Juan Carlos Castro

A quince kilómetros de la Plaza Mayor de Velilla del Río Carrión, en el descenso del Cristo Sierra por la vertiente de Camporredondo, existe un pueblo que el monte no respetó como tal.

Hoy donde los fieles hace menos de 50 años se sentaban para rezar a Dios, crecen las ortigas y en las casas destartaladas por el tiempo, ya no se puede entrar, porque son pasto de las zarzas.

Se trata de Valsurbio, o los restos de un pequeño pueblo ganadero situado a 1.500 metros de altura y que ahora pertenece al municipio de Velilla y a la Naturaleza. Los accesos, por el santuario de la Virgen del Brezo, Valcobero y Camporredondo,  solo son útiles para todoterrenos.

Las calles del pueblo están comidas por la hierba y en la plaza, donde antes los niños jugaban, ahora solo queda un cartel: «Se prohibe terminantemente extraer piedra del término municipal de Valsurbio bajo pena de sanción grave de 3.000 euros». Los sonidos que ahora reinan entre los pocos muros que quedan en pie, ya no son voces humanas, el ladrido de un corzo, los trinos de los pájaros y, en septiembre, el estremecedor tronar de la berrea.

Solo dos casas quedan en la localidad, una de reciente factura y otra reconstruida lustros atrás. El primer registro que se conserva sobre el pueblo en el Ayuntamiento Velilla, forma parte de las memorias de Valcobero y está fechado en 1568, se trata de un acuerdo entre los vecinos de las dos entidades locales para situar las lindes entre ellos.

Sentencias por disputas limítrofes abundan en los registros del pueblo.  En 1842, se abolieron los señoríos y con ellos el que englobaba a Valsurbio con Camporredondo, Ayuntamiento  que acogió la localidad al poco tiempo.

La historia de Valsurbio es la de un pueblo condenado a la subsistencia debido a los duros inviernos, sobre todo, desde los años 50 en los que la localidad alcanzó  a tener 17 cabezas de familia. La falta de luz eléctrica y las duras condiciones de vida hicieron que se fuera abandonando el pueblo progesivamente. «En 1970 se quitaron los maestros y los que tenían hijos se fueron en busca de escuelas», recuerda una vecina, que abandonó el pueblo a los catorce años.  

El 7 de enero de 1972, Valsurbio se enfrentó al peor procedimiento administrativo que puede darse en un pueblo, Teodoro Piélagos Martín y su hermana Francisca, sus últimos vecinos pidieron al gobernador civil de la provincia la disolución de la Entidad Local Menor, que presidía Belarmino Andrés Valbuena,  residente entonces en Velilla.

El 1 de febrero de 1973, ya despoblado, las propiedades de Valsurbio pasaron a ser de Camporredondo, solo quedaba el Monte Cueto Palomo y Hornalejo, valorado en ese momento en 4.000 pesetas. Dos años después, el Consistorio de Camporredondo pasaría a formar parte de Velilla.

En un informe previo a la disolución de Valsurbio para el gobernador provincial, la Guardia Civil  decía que «las casas,casi en su totalidad, se encuentran en ruinas». Hoy, día en el que se celebrarían sus Fiestas Patronales a la Virgen de las Nieves, la situación ha empeorado. De aquellos tiempos, en pié solo queda el cementerio, un paisaje desolador y un hechizo de belleza particular e inolvidable.