'Con más aire, mozas'

Marta Redondo Moreno
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Catorce personas participan en Aguilar en un curso de pandereta que imparte Juan Carlos Otero, que también forma a un grupo en Cervera de Pisuerga

Cada día hay más interés por  recuperar lo nuestro. La tradición de la tierra montañesa,  las imágenes del pasado y los usos y costumbres. Actividades como la trilla o la matanza que nuestros abuelos realizaban protagonizan hoy un gran número de actividades.

También en los últimos tiempos se ha hecho un gran esfuerzo por recopilar imágenes del pasado. Sin embargo parece que en menor medida se ha realizado un trabajo de búsqueda de las raíces musicales de la Montaña Palentina, aunque sí que es cierto que también han surgido grupos de baile -jotas- o coros -marceros- que hacen que esos sonidos  del pasado no se pierdan en la memoria.

Afortunadamente hay personas que están interesadas en lo que se cantaba y narraba antaño, una especie de juglares de la zona norte que a base de coplillas y sones divertían a los vecinos del pueblo. Debido a la necesidad de contar historias, además de relacionarse y bailar surgieron nuestras tradiciones orales. Las pandereteras formaban parte de ese grupo de contadoras de historias, mozas que con mucho aire tocaban  y cantaban mientras generalmente los hombres bailaban, casi siempre los domingos.

Precisamente desde el pasado mes de octubre se imparte en Aguilar de Campoo un curso que pretende que sus participantes puedan aprender algunos toques y canciones de antaño.

De la mano de Juan Carlos Otero, un joven cerverano que también enseña desde el pasado año en su localidad natal esa actividad, en la villa galletera se forman 14 personas -una veintena participa en las clases cerveranas-.  «Dos alumnas de Aguilar acudían a Cervera y me pidieron que si podía impartir la formación en la villa galletera», comenta Otero que además desvela que «no pensaba que conseguiríamos tan buena respuesta».

Un día a la semana, los miércoles durante una hora y media imparte sus clases a los aguilarenses en el local que la Batukada les ha cedido en El Ferial.

Un curso de pandereta tradicional en el que además de aprender los diversos toques, también les enseña folclore montañés y les habla de las tradiciones de toda la Montaña Palentina. «La cultura tradicional es un legado que tenemos que mantener, no es de nadie y es de todos», afirma.

De momento les está mostrando cómo se realizan los denominados toques generales, ternario y básico a dos manos y a una,  también el pesao o de jotas, aunque más adelante aprenderán el ligero, compuesto y  arrastrao.  Todo ello con el fin de poder interpretar desde coplillas hasta pasodobles, habaneras, rumbas y tangos al son de la pandereta.  

gran interés. Sus alumnos se mostraron interesados en el taller musical por diversas razones. Algunos de ellos forman parte del grupo de jotas aguilarense Alborada, otros porque según explicaban siempre les había interesado la pandereta, además de los bailes y las tradiciones de la comarca.

Su profesor apunta que aunque sí  hay muchas similitudes entre las composiciones del norte de nuestra provincia y las de otras zonas leonesas, cántabras o burgalesas, «aquí lo que diferencia a la hora de tocar la pandereta o de bailar las jotas es que se hace de forma más rápida, con otro aire».

Además de los toques, aprenden canciones y ya interpretan con gran maestría la titulada El Molino. Aunque parezca fácil, su práctica aseguran los alumnos «no es tan sencilla como parece, es más difícil de lo que pensábamos y es cansado».

Sus panderetas -tienen un coste medio de 60 euros- incluso tienen nombre. Viveka, Hoz de Abiada, Nanita, Eufrasia, Tomasa y Eulalia, son algunas de ellas.  «Siempre tiene nombre de mujer, e incluso había personas que le ponían el nombre del hijo que no llegaron a tener», indica  Juan Carlos Otero.

En unos meses, en primavera, tienen previsto organizar el que será el I  Encuentro de Pandereteros y Pandereteras. Una jornada de cita con la tradición en la que no faltará su grito de ánimo: Con más aire, mozas.