Un siglo de vida y trabajo en La Ojeda

Marta Redondo Moreno
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Maximino Salvador Fraile cumple hoy cien años en la localidad de Quintanatello

 
En la buena tierra de La Ojeda,  una comarca en la que se cultivan unas extraordinarias y reconocidas patatas, hay gentes que demuestran que son fuertes al igual que esos tubérculos y se aferran a la vida durante muchas décadas pese al gran trabajo y esfuerzo que requiere el campo.
Ese es el caso de un vecino de Quintanatello de Ojeda, Maximino Salvador Fraile, que hoy cumple un siglo de vida. El hombre nacía hace cien años en esta localidad. Era el mayor de cuatro hermanos.
«Mis padres eran agricultores , yo fui a la Escuela hasta los 14 años pero al ser el mayor me tocó ayudar en casa desde pequeño», explica. Además de las labores propias de la labranza, Maximino cuidaba del ganado lanar y vacuno. 
Todo ello hasta que le tocó ir a la Mili y sufrir la Guerra Civil. Durante esos años recorrió gran parte de España: Burgos, Badajoz, Bilbao, Tarragona, Altea, etc., e incluso se desplazó a Italia. «Allí conocí  Nápoles, Roma, Turín y Génova. Lo que más me llamó la atención fueron los carteles de cine, que veía por primera vez», sostiene. 
Posteriormente regresó a Quintanatello y siguió trabajando en el campo, dedicándose sobre todo al trigo y las patatas. Se casó con Arselina en la vecina Cozuelos de Ojeda. «Nos casamos dos hermanos con dos hermanas y el mismo día», concreta. Junto a ella ha pasado cerca de setenta años -falleció hace dos- y formaron una gran familia compuesta por siete hijos, quince nietos y cuatro bisnietos. «De lo que más orgulloso estoy es de que de dos personas haya salido una familia con más de treinta miembros», afirma este centenario con quien hablar es como abrir una gran ventana a las costumbres de antaño.
«Había días que nos levantábamos a las 2,30 horas y volvíamos de noche del campo. En invierno nos gustaba sentarnos en la puerta de la iglesia  y estar de tertulia. Acudíamos a Alar del Rey para comprar o vender productos e íbamos a las ferias», comenta. Fue alcalde de Quintanatello y desvela el proyecto que hubo para construir una presa. «Al final no se pudo hacer pues el agua se expandía demasiado», asegura.
En la actualidad sigue viviendo en su pueblo con un hijo, su nuera y un nieto, pero además sus cuatro hijas acuden para atenderle una semana cada una. Su rutina ha cambiado un poco. Ahora se levanta a las diez, sale de paseo -en silla-, come y se acuesta un poco. Después merienda, sale otro rato a la calle pues «observo el pueblo y sobre todo el campo», ve la televisión y se va a la cama. «Me gusta seguir la misa y el programa Campo Palentino en televisión», sostiene.
Goza de un buen estado de salud general, pues no tiene diabetes, ni colesterol alto y su tensión está controlada. «Lo que más me molesta son las piernas, y la letra pequeña no la veo bien», dice Maximino, que durante décadas ha estado suscrito a este rotativo. Come de todo, no bebe más que agua y no fuma. 
Hoy será una jornada tranquila para él, pues su cumpleaños lo celebrará junto a toda su familia el sábado 30. Una gran fiesta en la que habrá una misa y una comida familiar en Quintanatello de Ojeda.