Las otras primarias

JOSÉ LUIS JORDÁN MORENO
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Los socialistas estrenaron hace 30 años este sistema democrático interno con un duelo entre Josep Borrell y Joaquín Almunia. Podemos y Ciudadanos siguieron su ejemplo en enero de 2017

El Partido Popular ha puesto el foco estas semanas en los sistemas de elecciones primarias. El PSOE tiene más experiencia y tradición en este modelo que el resto de formaciones, e incluso más garantías en voto presencial. Si el PP hubiese utilizado el pasado 5 de julio cabinas electorales y sobres para meter las papeletas de los candidatos, como hace Ferraz, seguramente no habríamos visto casos tan llamativos como el de un pueblo en el que sus 116 militantes apoyaron a un candidato. 

Las bases populares afrontaron con ilusión y esperanza los días de reflexión, cruciales para el futuro del centro derecha español a pesar del bajo número de inscritos que ni siquiera llegó al 10 por ciento del total de afiliados. Este hecho, que ha sorprendido a la sociedad, se debe, sobre todo, a la incomodidad que sienten muchos de ellos con el partido. Yes que aunque no se han dado de baja esperando tiempos mejores, se abstienen de participan en la vida de la formación, esperando que se produzcan mejoras técnicas a pesar del constante trabajo de depuración del censo realizado en Madrid. También han de ser cambiados los cauces, evitando procedimientos como la inscripción previa, o lo que es lo mismo, el voto rogado.

Mientras, los nuevos grupos como Ciudadanos o Podemos han sido innovadores a la hora de configurar sus primarias y han elegido el medio online para sus votaciones. Esto permite más flexibilidad a la hora de permitir emitir el sufragio a sus militantes, pero si no se validan correctamente los datos, se pueden producir distorsiones significativas. 

El bloque liberal utilizó este sistema en enero de 2017, cuando Rivera renovó su liderazgo aplastando a unos desconocidos Juan Carlos Bermejo y Diego de los Santos. En este caso el sistema de validación contentó a la práctica totalidad de los militantes y candidatos aunque, por supuesto, es susceptible de futuras mejoras.

Podemos emplea urnas e internet. En Vistalegre II, donde Pablo Iglesias renovó su liderazgo frente a Íñigo Errejón hace año y medio, más de 150.000 votantes participaron en el proceso, pero algunos casos publicados en prensa dejaron en evidencia que el sistema de registro y sufragio era mejorable y que se podían producir distorsiones tanto en el censo como en el resultado.

El PSOE, por su parte, ha tenido una evolución en su proceso de elección de secretario general. En mayo de 1998 llegaron las primarias, consiguiéndose una altísima participación con más de 200.000 votantes. Josep Borrell venció a Joaquín Almunia, y el primero dimitió a los 13 meses por un presunto caso de corrupción del que era inocente.

Ya en el siguiente Congreso, el XXXVI, dieron marcha atrás y volvieron durante varios procesos al sistema de compromisarios-delegados, renunciando a las primarias. Hay que tener en cuenta que es importante que se siga el sistema de un afiliado un voto. Así, en julio de 2000 expresaron su opinión 995 delegados en representación de los militantes. Ganó José Luis Rodríguez Zapatero por nueve papeletas a José Bono, dejando muy atrás a Matilde Fernández y Rosa Díez, que cofundó UPyD, donde aplicó este sistema. 

En febrero de 2012, se quitó este sistema y Alfredo Pérez Rubalcaba venció a Carme Chacón por 22 votos; 487 delegados frente a 465. Volvió el sistema en julio de 2014, cuando Pedro Sánchez se impuso a Eduardo Madina. En cierto modo, resultaron ser fallidas pues el aparato y la elección de los militantes tuvieron una serie de discrepancias que desembocaron, por segunda vez, con la dimisión del líder elegido por las bases.

En mayo de 2017, Sánchez volvió a vencer, esta vez contra pronóstico, a Susana Díaz -y Patxi López-, alcanzando La Moncloa un poco más de un año después. 

De esta forma, las tres primarias en Ferraz han contado siempre con giros dramáticos de los acontecimientos, aunque este último haya resultado positivo al lograr el Gobierno y al conducir indirectamente a las primeras primarias del PP.

La Historia reciente de este sistema en este bloque tiene muchos altibajos, aunque en las últimas se asentaron de una forma más transparente y con una participación relativamente alta, casi 150.000 votantes. Ganó Sánchez con más de 74.000 sufragios.  Y lo hizo habiendo debatido públicamente con sus rivales Susana Díaz y Patxi López. Un debate que esperaron como agua de mayo la mayoría de militantes del PP entre Casado y Santamaría, aunque la dirección alegó que daría alas a sus enemigos. 

En Génova ha habido un progreso entre las primarias regionales y las actuales. Es un partido que cuenta con más de tres décadas de vida pero poca tradición de voto interno. No así en su reivindicación, que han liderado desde hace una década por el exsenador Íñigo Henríquez de Luna y Luis Asúa, rival de Cristina Cifuentes en las primarias madrileñas del PP.

El artículo 6 de la Constitución expone que los partidos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento clave para la participación. Lo tenemos en la Carta Magna, cierto. Pero lo practicamos poco o mal. No solo el PP, sino todas las formaciones. Existe una ley  que funciona muy bien que es la Ley Orgánica de Régimen Electoral General. Aplíquese.