Tal y como se esperaba, y tal y como temía la Unión Europea, el Gobierno de Grecia no cooperará con la troika de acreedores internacionales -formada por el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea-, al considerar que dicho grupo no es un interlocutor válido en las negociaciones sobre el programa de rescate en el país heleno.
«No tenemos ninguna intención de trabajar con una comisión que no tiene razón de existir, que ni siquiera está reconocida por el Parlamento Europeo», aseveró el titular de Finanzas griego, Yanis Varufakis, tras mantener un encuentro en Atenas con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
«Este Gobierno fue elegido sobre la lógica de cuestionar el plan de rescate y no iremos en contra de esto solicitando una extensión», añadió el ministro.
No obstante, Varufakis expresó la determinación del nuevo Ejecutivo de implementar reformas que incrementen la competitividad de la economía y que permitan lograr el equilibrio presupuestario.
En este sentido, aseguró que el Gobierno de Syriza tratará de convencer a sus socios comunitarios de que alcanzar un nuevo acuerdo va en el mejor interés del conjunto de Europa.
Llegados a este punto, Dijsselbloem respondió que no hay lugar para una conferencia europea sobre la deuda. Para ello, «ya está el Eurogrupo», remarcó.
Asimismo, apuntó que la adopción de medidas de manera unilateral no es la mejor forma de avanzar y advirtió de la importancia de no perder los progresos logrados por Grecia en los últimos años.
Por ello, instó a los griegos a cumplir con sus compromisos porque «ignorar los acuerdos no es el camino correcto a tomar».
«Los problemas de la economía helena no desaparecieron con las elecciones» del pasado domingo, insistió el mandatario holandés, quien remarcó que el Eurogrupo «está comprometido con apoyar a Grecia a condición de que Atenas cumpla con sus promesas».
También recordó que el programa de rescate heleno «se extiende hasta finales de febrero» y agregó que antes de que se acabe, «decidiremos lo que se hará».
El nuevo Ejecutivo de Syriza está decidido a poner fin a la dura política de austeridad, aunque ello traiga como consecuencia la suspensión de las ayudas financieras internacionales.
El primer ministro, Alexis Tsipras, está decidido a recurrir, si es necesario, al Tribunal de Justicia de la Unión Europea por muchas de las decisiones tomadas en los últimos años por los anteriores Gobiernos helenos y que consideran «ilegales».
Se prevé que el Gabinete dirigido por la izquierda radical propondrá a Bruselas una condonación parcial de la deuda, combinada con una ampliación de los plazos de pago y una cláusula de crecimiento como solución a los problemas del país fuertemente endeudado.