Los cimientos de la cuenca minera palentina se tambalearon por completo hace un año, en noviembre de 2017, fecha en la cual la multinacional eléctrica Iberdrola anunciaba el cierre de sus dos últimas centrales térmicas de carbón en el mundo: la de Velilla del Río Carrión y la de Lada, en el Principado de Asturias. Una noticia que azotó a la comarca norteña como si se tratara de un fuerte huracán, cuyos devastadores efectos aún persisten doce meses después.
Lo cierto es que cada vez es más difícil llegar al municipio velillense y encontrarse la planta encendida, quemando antracita y hulla en sus calderas y soltando vapor de agua por su descomunal torre de refrigeración. Una percepción que confirman los datos, pues según ha podido saber Diario Palentino de fuentes próximas a la compañía bilbaína, tan solo ha funcionado 1.400 horas en lo que va de año (los últimos datos corresponden al pasado martes), la mitad que al iniciarse esta última crisis del carbón. Una cifra que, traducida, supone que el complejo  ha generado electricidad 58 días de los 330 que ha tachado el calendario. Cómputo total que también contrasta con el de 2016, anualidad en la que las instalaciones operaron durante un total de 2.100 horas.

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