Memoria y despedida del pintor amigo

C.Centeno
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Compartimos conversaciones, paseos por exposiciones, cenas y vinos • Y los proyectos colectivos 'Monstruos', 'Piratas en la Caneja' y 'El último caso de Raymond Chandler'

Ni el más antiguo ni el mejor, pero sí el más sincero de los amigos; ese que no tenía pelos en la lengua, que no jugaba a ser políticamente correcto, que no se achantaba a la hora de opinar y valorar un cuadro, una escultura o un grabado, que no hacía concesiones ni buscaba congraciarse con los enemigos, menos aún con los mediocres, pero que lo habría dado todo por su gente. Incondicional de sus hijos, su compañera y sus amigos, siempre le fue fiel a la creación plástica, al expresionismo abstracto, al mundo aéreo o abisal sin más luz que la de los intensos colores de sus criaturas. Vicente Mateo (Guaza de Campos, 1941-Palencia, 2015) nos ha dejado y esta vez es un adiós, aunque mientras lo recordemos, lo tengamos presente y miremos su obra seguirá tan vivo como siempre.

Mateo moría el martes de un fallo multiorgánico y el miércoles eran incinerados sus restos en el Tanatorio de Palencia. La capilla ardiente estuvo abierta desde las diez de la mañana y en torno al féretro se vieron el aurorretrato y los retratos que le habían pintado colegas y amigos, que sabido es que muchas veces la imagen vale más que las palabras. Aún así, no faltó el verbo en la despedida.

despedida y homenaje. Fue un acto emotivo, íntimo, en presencia de unos cincuenta amigos y allegados, con palabras de su compañera Amelia, de su hijo mayor Manolo, del poeta Julián Alonso sobre su pintura y su carácter, sobre una persona a veces brusca, siempre sensible y partidaria de la verdad, que vivió de frente, sin engañar a nadie. Por el tanatorio pasaron a despedirle Ángel Cuesta, Félix de la Vega,  Luis Rodríguez, Fernando Zamora, Tomás Nozal, Luis Alonso, Antonio de la Rosa y Jesús Aparicio, entre otros nombres de la cultura palentina, amén de políticos y gentes de otros sectores y colectivos. Eran sobre todo amigos, gente que apreciaba de verdad a Mateo y no quería faltar al adiós. Y es que cuantos le conocimos sabemos lo mucho que disfrutaba de encuentros y conversaciones y el interés que mantenía por la actualidad artística.

Ahora lo que resta es un homenaje plástico y literario, que sus amigos tendremos que concretar. Lo ideal sería, tal vez, una gran colectiva en la Fundación Díaz-Caneja, pero es pronto para avanzar los participantes y otros detalles, incluido el lugar definitivo.

La última gran exposición de Vicente Mateo en esta ciudad fue la realizada en 2006 con su amigo -y miembro, como él, del Grupo Trasgo- José Antonio Arribas. Fue en la Fundación Díaz-Caneja, en que Mateo trabajó, bajo el epígrafe Dos versiones sobre un mismo tema. Con ella querían manifestar, y así lo dijeron, «el malestar y la tristeza que nos produce el rumbo hacia la ignorancia tomado por esta sociedad».

La incultura, la desidia, el desinterés por las artes plásticas, la falta de atención hacia los creadores eran algunas de las cosas que más indignación le provocaban. Eso y la gente con dobleces, aquellos que decían algo para la galería y otra cosa bien distinta nada más darse la vuelta. Lo sé porque compartimos conversaciones, paseos por salas de exposiciones, algunas cenas y algunos vinos. Mateo decía lo que pensaba y le hubiera gustado que los demás hicieran lo mismo. Las últimas experiencias conjuntas fueron tres proyectos colectivos -con otros artistas, escritores y poetas-: Monstruos (2006), Piratas en la Caneja (2007) y El último caso de Raymond Chandler (2010).