«Mi formación y personalidad se han forjado en Palencia, una ciudad que me lo ha dado todo»

Esther Marín
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Nicolás Castellanos Franco • Presidente de la 'Fundación Hombres Nuevos'

«Mi formación y personalidad se han forjado en Palencia, una ciudad que me lo ha dado todo» - Foto: Oscar Navarro

El que fuera obispo de Palencia (1978-1991) será nombrado hoy Hijo Adoptivo de la ciudad «por la ingente labor social que ha desarrollado a lo largo de su vida, culminada con el Proyecto Hombres Nuevos para tratar de mejorar la vida de los más desfavorecidos».

¿Qué supone para usted el nombramiento de Hijo Adoptivo de la ciudad de Palencia?

Es un reconocimiento a lo que yo soy. Así lo vivo y lo recibo. Yo me siento palentino y que me lo reconozcan es una satisfacción profunda.

Además es también un compromiso para seguir siendo y ejerciendo de palentino.

¿Qué le ha dado Palencia desde que llegó a ella como adolescente, luego como director espiritual del Colegio San Agustín y más tarde como obispo?

Palencia me lo ha dado todo. Mi formación y mi personalidad se han forjado aquí. Vine con once años al Seminario Menor de los Agustinos, después hice el noviciado y marché a estudiar a Roma. Cuando terminé en Italia volví a Palencia y estuve once años en el Seminario, una época de esplendor de las vocaciones.

En aquel tiempo yo trabajé mucho en la Confederación de Religiosos, muy vinculada a la Pastoral de la Diócesis, hasta que por sopresa llegó el nombramiento como obispo de Palencia. Esos tres años fueron muy fecundos e interesantes.

Palencia le ha dado, pero usted también ha entregado. ¿Qué hay de Nicolás Castellanos en esta tierra?

Yo fui un obispo cercano a la gente, que vivía sus problemas. En la vida es muy importante que tengas a alguien que te acompañe, te comprenda y te escuche, por lo que mucha gente venía a hablar conmigo y yo estuve totalmente volcado.

Por otra parte, siempre di preferencia a las personas más vulnerables, que para mí ocupaban el centro, y desde esa premisa atendía a todo el mundo. Siempre me sentí obispo de todos y de todas.

Como anécdota, la Diócesis de Palencia siendo yo obispo y alcalde Francisco Jambrina dimos a los palentinos el Parque de Huertas del Obispo. Una cosa material, pero importante para los ciudadanos.

¿Cómo  se siente cada vez que vuelve?

Como en casa, en mi pueblo, con mi gente y en mi tierra. Me siento muy querido. Lo que más pena me da es que hay gente que ya no está, ya que llevó más de veinte años fuera. Pero siempre me siento muy bien acogido y recibido, es muy bonito regresar de vez en cuando a estas tierras.

En Bolivia ha puesto en marcha proyectos de educación, salud, promoción social, etc. ¿En qué está inmersa la Fundación Hombres Nuevos o en qué planes más inmediatos trabaja?

En estos momentos, con la colaboración del Ayuntamiento de Palencia, estamos trabajando en un hogar para los hijos de los que trabajan cortando caña de azúcar. Antes los niños de diez y once años estaban trabajando con sus familias y ahora con este centro el trabajo infantil se ha erradicado totalmente y los pequeños tienen un hogar y van a la escuela.

La Diputación Provincial de Palencia nos está ayudando con un hogar en una zona de 4.000 metros, donde los niños dormían en el suelo con 17 grados bajo cero, sin mantas ni colchones.

Ahora les hemos podido proporcionar todos eso y es grandioso escuchar de los pequeños: «¡Qué calentitos vamos a dormir hoy».

Además, gracias a un empresario palentino que ahora está en Burgos, Andrés Montoya, estamos levantando una escuela; un empresario de Madrid ha hecho una guardería estupenda; y nos han pedido varias iglesias en distintas zonas de la selva como Basilio, San Lorenzo de Moxos o Cururú, que son posibles gracias a la colaboración de distintas personas.

Seguimos adelante con los comedores, en los que cada día damos de comer a cuatrocientos niños, además de otros proyectos de salud, educación y empleo. También nos ayudan mucho las Diputaciones de León y Soria.

¿La crisis española se nota a la hora de seguir apoyando los proyectos de la organización?

Por supuesto. Los recortes se notan. Antes hacíamos tres y cuatro colegios al año, algo esencial allí, ya que hay cerca de un millón de niños sin escuela.

Voy a poner un ejemplo de la labor que hacemos en la cárcel. Antes, el Consulado de Santa Cruz tenía un funcionario que se dedicaba a atender los problemas de los españoles en el centro penitenciario. Con los recortes, ahora es un voluntario de Hombres Nuevos quien hace esta labor. Cuando salen de la cárcel, hasta que arreglan los papeles para regresar a España, van a vivir con nosotros y se les ayuda en todo lo que precisan.

Allí, la Institución más valorada es la Iglesia, algo que en España no ocurre. ¿Dónde está el fallo?

Junto con los medios de comunicación, son las dos Instituciones de mayor credibilidad en el país. En el Plan Tres Mil, que tiene 350.000 habitantes, todas las obras sociales las ha hecho la Iglesia.

Aquí algo pasa. El mensaje de la Iglesia es de solidaridad y cercanía con los que sufren, pero algo pasa.

El Papa acoge en la Iglesia a todos, sin exclusiones de ningún tipo. ¿Se deberían seguir más este tipo de gestos, tanto a nivel religioso como de la sociedad en general?

El Papa es un auténtico profeta, que está volviendo al Evangelio, a los comienzos y, al mismo tiempo, está respondiendo a las esperanzas, preocupaciones e intereses del hombre y de la mujer de hoy.

El Evangelio sigue siendo actual y trae mensaje de sanación, de humanidad, de esperanza y alegría. Eso es lo que está haciendo este Papa: dar esperanza y decir que hay que vivir con alegría.

En la sociedad en que vivimos hay una barrida general de valores. Muchos males no se darían si existieran valores.

¿Qué opina de todo lo que está pasando en nuestro país en cuanto a casos de corrupción y engaño?

Es bastante decepcionante. Creía que la corrupción solo estaba en los países del Cono Sur, pero aquí también está haciendo estragos.

Mucho de lo que se está viviendo en España es como consecuencia de la corrupción. No hay derecho a que se gasten miles de millones para caprichos y lujos.

Hablamos de nuestro país y de su situación. Desde hace siete meses tenemos nuevo monarca. ¿Qué opinión le merece Felipe VI?

Le he tratado bastante y le tengo simpatía. Creo que el Rey Juan Carlos y Felipe VI han hecho un gran servicio a la Democracia en España. Este Rey es un referente, desde mi punto de vista, muy positivo.

En unos meses se celebrarán elecciones. Ahora reina la desconfianza e incluso la apatía entre los ciudadanos. ¿Qué necesitaría un país como el nuestro para comenzar a creer en sí mismo?

España necesita un rearme moral y una implantación de valores de justicia, de libertad, de solidaridad y de compartir. Uno no puede ser millonario y otro vivir en la pobreza; el desafío que tiene el país es grande, pero no hay desanimarse, sino afrontarlo.

Si pudiera, seguro que cambiaría los valores con los que vive allí por las oportunidades que ser pueden tener aquí

Allí hay corrupción para dar y tomar, pero hay mucha gente buena y con muchos valores. Lo que me temo es que, el día que tengan las oportunidades que aquí, caigan en lo mismo. Indiscutiblemente, allí el compartir y la solidaridad son valores que cotizan al alza. Como ejemplo: si en una familia se pierde a los padres, los vecinos se hacen cargo de los hijos. Eso aquí no pasa.

A pesar de las diferencias que existen en todos los sentidos entre ambos países, ¿dónde cree que la gente es más feliz?

Allí la gente baila a todas las horas y todos los días. Las personas son más felices que aquí. Suelo decir muchas veces esta frase: en el Norte sobran medios para vivir, pero faltan razones para existir; en el Sur carecemos de medios para vivir, pero nos sobran razones para existir. Allí mueren al año 14.000 niños por muertes evitables, hay muchas necesidades, falta de servicios, etc., pero son más felices.

En Nochebuena y en Nochevieja preparamos fiestas con los ancianos del barrio. Un año fueron unos oculistas con sus familias a trabajar con nosotros en Navidad y participaron en estos encuentros. Su frase fue: «Han sido las mejores Navidades de nuestra vida».

Se habla de justicia en un mundo que no es justo. ¿Qué está fallando para que se produzcan tantas desigualdades económicas, sociales y humanas en la sociedad actual?

Es una cuestión compleja y difícil. Fallan muchas cosas; lo primero la educación. Todo ciudadano tiene que ser libre, responsable y solidario. Si fuéramos todos así no existirían las situaciones que se dan en todo el mundo.

¿Cómo estamos educando hoy en día en la familia,  la escuela y en la Universidad? Nuestro objetivo es formar profesionales con conciencia social. Hay que prevenir. Mi función no es buscar recetas, pero creo que donde fallamos es en la educación. Hay que formar ciudadanos con conciencia social.

Esta forma de pensar me lleva a preguntarle por sucesos como los ocurridos hace unas semanas en París. El terrorismo yihadista se hay convertido en un problema de toda la Comunidad Internacional. ¿Hasta dónde cree que se llegará?

Es un mal grave, duradero y que va a dar mucha guerra en el futuro. Esos fundamentalismos en el siglo XXI no pueden darse.

Siempre digo que la Iglesia no puede seguir actuando y viviendo en un mundo que ya no existe y estos señores están viviendo en un mundo de hace siglos.

Hay que respetar a la persona humana. La fuerza no es la que debe responder. Habría que llegar a un Gobierno planetario, donde los problemas se estudiaran desde el diálogo efectivo y real.

¿Qué opina sobre el trato que reciben los inmigrantes que intentan entrar en Melilla?

La Unión Europea tenía que tener otra apertura. Así no avanzamos. Lo único que se consigue con estas cosas es crear violencia y seguir matando.

Hoy, el ídolo dinero marca todo y el mundo gira en torno a él. Estamos en una sociedad donde impera el dinero y de ahí el egoísmo, el egocentrismo, la competitividad, etc. Aquí gana el que más pueda.

De ahí que usted siempre hable de valores y recuerde los que le inculcaron desde pequeño sus padres

En mi casa siempre he visto que se ayuda a los necesitados. Mi padre tenía muchas herramientas y mi padre se las prestaba a todo el que las necesitara, aunque luego no se las devolviesen. La honradez, el sacrificio y el esfuerzo lo aprendí en mi casa. Hoy los niños tienen de todo y no valoran nada.

El proyecto que dirige está en manos bolivianas y tiene continuidad. ¿Hasta cuándo se quedará usted allí?

Mientras sea útil seguiré por allí. Aquí vengo con frecuencia a animar a la gente para que no se desvincule del proyecto, pero creo que ahora tengo que estar allí.