Mujeres a pie de guerra

María Albilla (SPC)
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Hace décadas que los conflictos internacionales tienen voz femenina gracias a reporteras que han tenido que esquivar las balas en el campo de batalla y los prejuicios y el machismo en las redacciones

Años 90. Estalla la guerra del Golfo y al albor de las televisiones privadas en España despierta en el país el interés por un género periodístico con profundas raíces ya en la prensa y otras naciones. Es el reporterismo de guerra en el que en los últimos 30 años han sobresalido nombres de mujer como Rosa María Calaf, Maruja Torres, Carmen Sarmiento y Dolores Masana.

Pero no son las únicas. Ana del Paso fue otra de las muchas profesionales que se echaron el macuto a la espalda para viajar y contar los conflictos con voz de mujer. Entre otros puestos, fue corresponsal en Oriente Próximo entre 1990 y 1998 y ahora quiere que no se olvide a todas esas compañeras que lucharon por la información veraz en la peor de las situaciones. Por eso ha escrito Reporteras españolas, testigos de la guerra. De las pioneras a las actuales, un libro que es «una evocación a nuestro trabajo, un homenaje a todas mis compañeras porque en muchos casos ni se ha reconocido su labor, ni investigado ni escrito suficiente sobre ellas y me parece algo sorprendente».

La primera línea de combate que tuvieron que superar muchas de aquellas reporteras fue la de la diferencia de género, una batalla que poco a poco se va ganando, asevera Del Paso. «Lo cierto es que las redacciones son un reflejo de la sociedad. Aunque seamos más mujeres que hombres trabajando no es así en las pirámides de poder. Ahora, en particular, las compañeras me cuentan que se dividen el trabajo familiar con sus parejas para poder ejercer su profesión».

La también profesora de Relaciones Internaciones de la Universidad Complutense (Madrid) asevera que existe un aspecto en el que no hay diferencias entre hombres y mujeres y es que la violencia, el miedo y el peligro son iguales para todos. Decía la experimentada reportera italiana Oriana Fallaci que «cuando te disparan, el sexo es lo último en lo que piensas».

 «Es ridículo imaginar que las mujeres estemos más expuestas al peligro por el mero hecho de ser mujeres. La posibilidad de ser víctima de robo, acoso sexual, violación, secuestro o de morir a manos de ejércitos, guerrillas o delincuentes comunes no disminuye en función de si eres hombre o mujer», relata antes de ahondar en que «ellos también pueden ser víctimas de agresiones sexuales y así me lo confesó una vez un marine en Afganistán. La diferencia, reconocía, es que cuando son ellos los afectados, se silencia».