Coloquialmente, los periodistas de la Villa y Corte nos referimos al ministro de Economía y Competitividad como Luis de Windows, pues ya saben ustedes que somos tendentes al chascarrillo fácil y las más de las veces estamos ociosos. También quisiéramos los informadores económicos y algunos organismos internacionales que en la sede de su Cartera, en la antigua Avenida del Generalísimo en Madrid, hubiera un botón que al pulsarlo se bajaran automáticamente los sueldos para ser más competitivos, se reindustrializara el país o se diversificara en más sectores la actividad productiva española. 

Pero como por desgracia esto no es así, la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) y la consultora Deloitte, una de las que sale en los medios de comunicación porque no consultaba todo lo que debía, han querido homenajear a la recientemente fallecida duquesa de Alba dando de comer a los periodistas. Y no en cualquier sitio, sino en el lujoso Hotel Palace a base de ensalada de langostinos, carrillera y queso mascarpone. Para evitar la molestia de masticar y escribir al mismo tiempo, decidieron primero soltar el parlamento, una breve sesión de preguntas (no se emocionen que las más comprometidas se las llevó en una carpeta el señor De Guindos para merendarlas en su casa) y comenzar, después, a yantar a eso de las 15,20 hora zulú que todos los médicos dicen que es un momento fatal para estos menesteres. 

Aunque la conferencia tenía un título sugerente, Recuperando el crecimiento y el empleo, muchos de los asistentes se acercaron, sobre todo, porque Yusty, una tienda de lujo para caballeros, celebraba una venta especial en el salón contiguo. Luego se escuchaba al ministro para purgar los excesos consumistas, y aquí paz y después gloria. 

Rafael Miranda, presidente de Acerinox y de la APD, molestó a aquellos que por horario picoteaban los panecillos de la mesa al recordar que los empresarios, cuando viajan al extranjero, son preguntados por el reto soberanista catalán y por Podemos, algo que niegan siempre las autoridades monclovitas. Tampoco parece que ayuden demasiado las ocurrencias de Pedro Sánchez, como mantuvo Miranda, sobre el artículo 135 o sobre subir los impuestos, que tan malos resultados ha dejado. 

De Guindos, por su parte, aseveró que aunque Europa no acaba de despegar y eso nos penaliza, la depreciación del euro, la bajada del precio del petróleo, los estímulos del BCE y, sobre todo, el plan millonario de Juncker (21.000 kilos vendrán para España) pueden hacer que la máquina se ponga en marcha y crezcamos por encima del dos por ciento rebajando así nuestras deudas y aumentando las cifras de empleo. Pero no puede ser a costa de reeditar el fatídico Plan E de inversiones innecesarias, sino apostando por interconexiones eléctricas, reindustrialización de sectores al margen del ladrillo y centrándonos en el I+D+i de una vez por todas. Algo que hizo que el presidente de ACS, Florentino Pérez, se frotase sus blancas manos a pesar de que el titular de Economía es del Atlético de Madrid.

Las mesas estaban pobladas de mujeres y hombres con importantes cargos que escuchaban con atención al, para mí, ministro más crack con el que cuenta Rajoy. Rosa García, presidenta de Siemens, llegó tarde, pero como es una señora nadie se lo echó en cara. Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio Hispano-Americana, sí sabe lo que preocupa allende los mares, por eso hay cosas que mejor ni mentar en su presencia. Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Banco Santander, recibía abrazos de todo el mundo como si ya le hubiera pasado lo mismo que a su CEO mientras Alfonso Basagoiti, expresidente de Banesto, le miraba diciendo, yo ya pasé por eso. 

Pedro Guerrero, presidente de Bankinter, era llamado Perico por sus amigos de toda la vida mientras que José Bogas, consejero delegado de Endesa, debía hacer algo que le gusta lo justo y es mezclarse con el gentío en actos de naturaleza social. Por ver, vi hasta el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, que sabe que estaba en territorio amigo y recibía muestras de apoyo de todos los asistentes como si fuera a disputar un combate contra el filipino Pacquiao. Elena Pisonero se encontraba en una mesa retirada, pero desplegaba sus antenitas de Hispasat y se enteraba de todo y hasta asentía con la cabeza.