Un espacio para crear y compartir

Marta Redondo Moreno
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La aguilarense Silvia Fernández es una de las tres gestoras de 'VIA LAB', una oficina de trabajo compartido que se ha instalado en Valladolid con gran éxito

En la era de la tecnología y en la que es muy complicado encontrar un trabajo, muchos apuestan por el emprendimiento. Iniciarse en esa aventura no resulta sencillo y muchos tienen que montar su oficina en sus hogares, lugares en los que no es fácil seguir una rutina de trabajo y en los que la vida profesional y la personal se mezclan irremediablemente. Además, a veces eso de montar un negocio por tu cuenta hace que muchas personas se sientan solas y les cueste más llegar a sus posibles clientes o encontrar socios o simplemente un apoyo. Por ello desde hace un tiempo se han introducido en nuestro país las oficinas de trabajo compartido, conocidas como coworking. 
Precisamente una aguilarense, Silvia Fernández, decidió apostar por esta fórmula de trabajo, primero como usuaria del espacio o coworker (cotrabajadora) ubicado en la Estación de Tren Campo Grande de Valladolid y más tarde como gestora junto a sus socios, Mónica Muñoz y Luis Carlos Becerril. 
Aguilarense de 37 años y periodista de profesión, Fernández, que  trabaja como responsable de Comunicación en la Asociación de Forestales de España (Profor), decidió junto a otra compañera periodista y a un Ingeniero de Montes apostar por el coworking como negocio, como lugar de trabajo y como forma de ver la vida. «Nuestra idea se resume en ideas, personas y proyectos, VIA LAB es un lugar de encuentro donde profesionales de diferentes ámbitos pueden desarrollar o idear iniciativas de forma conjunta», comenta Fernández. 
Para la gestión de este espacio, los socios han creado una asociación sin ánimo de lucro porque según los estudios el coworking no es rentable. La rentabilidad del espacio está en la red de contactos y sinergias que surgen entre sus usuarios a los que llaman VIAndantes. 
 
GRAN reto.  El reto no era fácil, vivimos en una sociedad donde cada persona tiene un coche, una casa, una oficina, estamos poco acostumbrados a compartir y, mucho menos, a trabajar en espacios diáfanos y versátiles, que no son sólo nuestros y que se comparten con otros usuarios según la hora. Sin embargo, un año después de iniciar su aventura cuentan con más de una treintena de usuarios habituales de diferentes perfiles profesionales. No han parado de crecer, aunque ser emprendedor como asegura no es nada fácil. «No me considero emprendedora, me gusta involucrarme en los proyectos y desde que conocí el mundo del coworking tenía claro que había que apostar por ello, me pareció una buena oportunidad con base en la economía colaborativa para abrir las miras profesionales». 
Y es que según concreta la aguilarense, este tipo de oficinas suponen un gran ahorro para los profesionales ya que se pueden alquilar puestos de trabajo por días, jornadas completas o por horas con bonos -se puede alquilar un puesto fijo, el más caro por 200 euros al mes, incluyendo todos los gastos de luz, Internet de alta velocidad, etc., o simplemente pagar 3 euros por dos horas- pero además es una forma cómoda de ampliar la red de contactos. «Se tiene la oficina montada y un gran número de ventajas. Interaccionas con la gente, te enriquece y las capacidades y oportunidades se multiplican. Pueden surgir grandes sinergias, tú puedes diseñar una página web a un compañero que utiliza el mismo espacio a cambio de clases de francés», asegura. 
Es fundamental la figura del gestor de un espacio de este tipo para conectar a las personas y sus capacidades dentro de la comunidad y para ello se organizan de forma periódica eventos para poner en común a qué se dedica cada uno en sesiones rápidas y dinámicas e incluso una vez al mes comparten comida en la cocina de VIA LAB. «No se puede emprender en casa solamente buscando en Internet, hay que compartir ideas, pensar y gestionar proyectos en común. Hay que abrirse y salir de la zona de seguridad», sostiene.
Todo tipo de perfiles existen entre la treintena de usuarios de VIA LAB, como se denomina la oficina compartida, desde fotógrafos de bodas, pasando por profesores de inglés, francés o chino, diseñadores de páginas web, periodistas, comerciales, agencias de comunicación, diseñadores especializados en etiquetas de vino o por ejemplo traductores de videojuegos. También hay ingenieros, corredores de seguros o arquitectos. «Nunca sabes quién entrará, es una sorpresa continua», dice. 
 
diversificación. España es uno de los países europeos donde mayor número de oficinas de trabajo compartido existen y por sí solas, alquilando espacio, es complicado que den más beneficio que el de cubrir gastos. La clave de un coworking está en la comunidad de usuarios  y en la organización y diseño del espacio.  En este sentido, la diversificación de VIA LAB está en la organización y el alquiler del espacio para eventos pues cuentan con tres salas y en ellas se imparten desde catas de vermouth a cursos de ganchillo pasando por las clases de idiomas; o VIA Market, un mercado de diseñadores. Se alquila el espacio para un máster de 3D o para un taller de corte de jamón que se dará próximamente. Un lugar flexible y cómodo para cualquier actividad además del trabajo.
En septiembre celebraron su primer aniversario con una fiesta a la que acudieron usuarios y amigos. «Somos una familia con diferentes intereses y ganas de avanzar y crecer, en la que unos aprendemos de otros», concreta  la gestora, que además avanza que ya están pensando en ampliar». El siguiente lugar en el que les gustaría instalarse es Santander, pues es un ciudad a la que en verano acuden muchos palentinos y vallisoletanos. «Está cerca y creemos que allí también puede funcionar. Pero esto es como tener familia, cuando empiezas a cogerle el truco te da pereza comenzar otra vez», finaliza.