Tenía esa intuición, pero tras la semana pasada en la Universidad Internacional Meléndez Pelayo (UIMP) de Santander dirigiendo el curso La novela al rescate de la Historia de España, se han convertido en certeza. Los españoles, una muy buena parte de ellos al menos, aunque como en tantas ocasiones sus dirigentes no parezcan enterarse, han decidido que están hasta las mismísimas narices de tener que avergonzarse de ello. 

Los síntomas eran evidentes, pero en el primer momento que tengan ocasión de decirlo como ciudadanos lo vana proclamar bien alto: están cada vez más decididos a recuperar pulsos, emociones, razones y señas de pasado y de futuro. La atención, el eco y la respuesta a la iniciativa del potente grupo de escritores y de historiadores que, sin complejo alguno y cada cual con su libre y propia voz la han levantado en la Menéndez Pelayo, ha desbordado el ámbito académico para convertirse en un trompetazo intelectual en conexión directa con la pulsión social, cada vez más emergente, de la sociedad española. No se van a dejar arrebatar sino que van a hacer seña y camino de su historia, de su lengua y su cultura comunes.