Espacio casi místico y gente de premio

Marta Redondo Moreno
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La iglesia de Olleros de Pisuerga es un símbolo del 'Románico Norte'. Abel Deroba Ramos lleva siete años mostrando el templo a los turistas, unos 2.700 en verano

A tardece en Olleros de Pisuerga y un rayo de luz se cuela fulminado hacia el altar de un pequeño templo excavado en la roca. Una experiencia casi mística, mágica y que impresiona a todo el que la disfruta. Dedicado a los Santos Justo y Pastor es sin duda alguna todo un símbolo, no sólo por su belleza que a muchos les hace evocar la ciudad de Petra en Jordania o las construcciones de la Capadocia en Turquía, y sus formas simples pero al mismo tiempo extraordinarias. Es además un símbolo del Plan de Intervención Románico Norte y de las gentes que habitan en la antigua Merindad de Campoo, que demuestran que aman y cuidan del legado, convirtiéndose en auténticos custodios del patrimonio.

La iglesia  fue la primera en la que Románico Norte intervino, y con gran acierto a ojos de los expertos, pues se ha convertido en la actuación más premiada. En 2007 consiguió un accésit de los Premios de Arquitectura ARQano, otorgados por el Colegio de Arquitectos de Castilla y León Este, Asturias, Cantabria, Galicia y León. Al año siguiente, se alzó con el premio AR&PA de Restauración y en 2010 recibió la Mención Especial en los Europa Nostra.

Atrae desde hace años a un gran número de personas hasta la pedanía aguilarense. Un pueblo emblemático por su cercanía a otros lugares de gran interés como Las Tuerces, El Cañon de la Horadada, el castro de Monte Cildá y El Convento de Santa María de Mave. El templo ha recibido durante los dos últimos veranos -julio y agosto- una media de 2.700 visitantes, conviertiéndose en uno  de los más visitados de la antigua Merindad de Campoo.

Unas visitas que son guiadas por Abel Deroba Ramos, que lleva siete años como voluntario. «La restauración fue muy importante, con la nueva ventilación se limpiaron las humedades», concreta. Algunos de los que vienen se pierden y no la encuentran a la primera. «Muchos se quejan de que no está bien señalizada».

Se nota que ama el edificio excavado en la roca cuando guía a los turistas por su interior y les explica cada detalle. «La gente se queda impresionada, no se espera que tengamos esto en Olleros y les sorprende el trabajo que nuestros antepasados hicieron con las herramientas que entonces tenían y cómo controlaban las orientaciones y la luz».

Muchas anécdotas tiene Abel, entre ellas la de un matrimonio mayor, la mujer se tumbó y se metió en una tumba «para ver la sensación y hacerse una foto». Sin embargo la que más les impresionó fue otra.  «Vinieron tres chicas justo en el momento en el que el último rayo de luz ilumina el altar, una de ella se puso a cantar y se quedó extasiada. A los pocos meses volvieron sus dos amigas y me dijeron que la había impresionado muchísimo la experiencia, y que al mes, supongo que había también otros motivos, se había metido en un convento».

Sobre el papel que desempeña como guía voluntario señala que  «es un poco esclavo pero es bonito. Nosotros abrimos todo el año de 10 a 14 horas, aunque también se realizan visitas concertadas y en verano y Semana Santa se amplía el horario por la tarde». Todo ello con el fin de mostrar su iglesia de la que él y todos sus vecinos se sienten muy orgullosos.

Gran trabajo realiza el voluntario de Olleros de Pisuerga, al igual que otros hombres y mujeres anónimos que muestran el Románico Norte y a los que la gente agradece sus explicaciones en los libros de visitas, pues  son de premio al igual que sus templos.