José Carlos Tamayo mostró a los palentinos su experiencia en la cordillera del Karakorum

David del Olmo
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Un montañero sestaoarra altamente valorado por sus colegas y menos conocido por los poco iniciados en el mundo de la alta montaña (menos mediático, por decirlo de alguna forma, como destacaba en su presentación Tente Lagunilla), José Carlos Tamayo, era el protagonista ayer de la segunda de las proyecciones del ciclo que organiza en su novena edición el Club de Montaña Espigüete.

Si bien Tamayo no ha llegado a ser un personaje tan conocido como pueden ser otros, los buenos aficionados le concedieron la máxima importancia, pues el salón de altos del Centro Cultural Provincial se encontraba lleno hasta la última butaca (incluso los últimos en incorporarse disfrutaron de pie la proyección), como el martes con Carlos Soria.

Tamayo ofreció su particular visión, muy didáctica, situando a los espectadores en cada punto de sus ascensiones en el macizo del Karakorum. Ese era el tema de la proyección, que transportó a los presentes desde tierras palentinas hasta Islamabad, la sede administrativa de Pakistán desde donde las expediciones toman diferentes rumbos, en función del objetivo final de la misma.

Con la imponente pirámide del K-2 observando al resto de los picos que componen la cordillera del Karakorum (traducido, Piedras Negras), Tamayo explicaba fotografía a fotografía los pormenores de sus expediciones en la zona que concentran numerosos siete y ochomiles, objeto de deseo de los montañeros de todo el mundo, que se desplazan hasta allí para acercarse a sus sueños. Con esa voz calmada que casi restaba dificultad a algunas de las ascensiones que ha protagonizado a lo largo de su dilatada trayectoria (que le ha llevado en más de una decena de ocasiones al Karakorum), hizo las delicias del auditorio.

El lunes, de nuevo a las 19,45 horas, Tente Lagunilla hablará del Everest, realidad o ficción.