Fandiño, una bocanada de aire fresco

Julio Cayón
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Fandiño, una bocanada de aire fresco

Hacen falta toreros como el de Orduña. Urgen. Si el escalafón no se regenera con pasos de gigante, la cosa podría ponerse fea más pronto que tarde. El cartel con el que se cerraba la Feria de San Antolín acreditó algo que se viene barajando desde hace tiempo. Con el mayor de los respetos, y sin otro ánimo que no sea el constructivo, tanto Padilla como El Fandi comienzan a estar demasiado vistos; apenas sí aportan al espectáculo algo más que el tercio de banderillas y la voluntad sin límites. Y es de agradecer, claro que sí. Pero, a estas alturas, ya no es suficiente por mucho que se empeñen en seguir escribiendo cada tarde el mismo guión;plagiándose a sí mismos con la idéntica letra capitular por delante cada vez que hacen el paseíllo. Ayer, con un toreo fresco y comprometido, les borró del ruedo de Campos Góticos Iván Fandiño. Y no es gratuita la aseveración. Y si algo quedó en el recuerdo de la corrida con que se epilogó el serial palentino fue la rítmica, seria y sentida faena del diestro vasco al tercero de la tarde -al que cortó las dos orejas- y la multiplicación de ideas y resolución que le permitió lograr una a mayores del sexto. Ante ambos enemigos alzó la voz para pedir paso y explicar que viene arreando y se merece subir peldaños. Es diferente al resto de los que integran la nomenclatura de matadores de toros. Y se le discutirá y criticará también. Sin embargo, a pesar de ello y de todo, es necesario para la Fiesta.