Vacunas que salvan vidas

Carlos H. Sanz
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Clara Berbel, responsable de Epidemiología, defiende el papel de las inoculaciones en la lucha contra enfermedades

Clara Berbel, jefa de Epidemiología del Servicio Territorial de Valladolid, acudió el lunes al Ateneo para hablar de las vacunas y poner en valor su determinante papel en la erradicación y control de enfermedades que hoy son casi desconocidas pero que causaron «dolor, sufrimiento y muertes» hasta no hace mucho tiempo. «Las vacunas se dedican, fundamentalmente, a la prevención, es decir, a evitar que aparezcan enfermedades, y su objetivo más ambicioso es conseguir erradicarlas, aunque si no se puede lograr son útiles para reducir la carga de la enfermedad y evitar casos de postexposición», explicó.

En la historia de la humanidad, contó Berbel, solo se ha conseguido erradicar una enfermedad: la viruela. «Y se consiguió gracias a la vacunación, con altísimas coberturas en todo el mundo, y una vigilancia epidemiológica con la detección precoz de casos y la atención al paciente», comentó. Enfermedades potencialmente erradicables son el sarampión, la rubeola o la polio, que están sujetas a planes estratégicos nacionales y que han alcanzaron elevadas cotas de eliminación aunque, desgraciadamente, han descendido y cada vez hay más casos.

Cuando no es posible erradicar una enfermedad, las vacunas ayudan a reducir su carga, es decir, conseguir que la gente enferme menos, en cantidad y en gravedad. Por ejemplo, de la tosferina, el tétanos o la difteria, enfermedades muy graves, mortales, como demuestra el caso del niño de Olot, al que sus padres no le habían vacunado y murió en 2015 por esta última.

Una parte de las vacunas, concretó Clara Berbel, se destina exclusivamente a grupos de riesgo, es decir, a personas que tienen determinadas patologías, más vulnerables, o condiciones personales (viajeros) o profesionales (personal sanitario, bomberos, policía...) que le predisponen a la enfermedad.

gripe. Este es el caso de la tuberculosis, aunque la vacuna más conocida de este tipo es la de la gripe, «una enfermedad muy contagiosa, prevalente y grave, que por conocida a veces se la banaliza», comentó. Berbel reconoció que el principal inconveniente de esta vacuna es que «no es eficaz al 100%». «Pero una vacuna que no es muy eficaz, siempre lo será más que no vacunarse. Una protección del 60, 40 o 30% es mejor que no estar protegido», recalcó Berbel, que confesó que a los expertos en vacunación «les cuesta mucho entender la mala fama que tiene esta vacuna». «No está justificada por ningún motivo, ni siquiera por las reacciones adversas porque es una de las más seguras, y la posibilidad de desarrollar la enfermedad de la gripe a partir de la vacuna es la misma de echar una pastilla de caldo de pollo a una cazuela y que de ella salga una gallina viva», ejemplificó.

Una cuestión que adquiere tintes aún más preocupantes cuando se analizan las cifras de vacunación del personal sanitario. En el último año, el porcentaje de sanitarios asistenciales del Sacyl de atención primaria que se vacunó fue del 35%, y en especializada, del 29%.

«Es una cobertura ya no baja, sino impresentable», comentó la jefa de Epidemiología, que achacó gran parte de este problema a «la ignorancia» sobre las vacunas entre el personal sanitario, sobre todo porque no es una materia que se estudie en profundidad durante la carrera. «En muchas ocasiones su criterio está equivocado; y es grave cuando deciden no vacunarse -lo que recomiendan todas las sociedades científicas y colegios profesionales-, pero aún más cuando aconsejan a sus pacientes que no se las pongan», aseveró.

En este punto, Clara Berbel opinó que «en determinados servicios médicos -como la UVI o neonatos- no se debería poder trabajar sin estar vacunado». Sin embargo, reconoció que no tiene tan claro declarar obligatorias las vacunas para toda la población. «Desde mi punto de vista, en la infancia no deberían serlo porque no hace falta. Ya existe una cobertura muy alta y obligar a unos padres a poner una vacuna a su hijo, que puede dar una reacción, podría traer complicaciones que no merecen la pena con la cobertura actual... aunque otro debate sería si bajase esa tasa», especificó.

antivacunas. Otro debate que se abordó durante la charla fue el relativo a los movimientos antivacunas, sobre el que Berbel se mostró partidaria de «no tratarlos como agresores ni mala gente, porque no tienen mala intención, aunque intentó desmontar con argumentos las razones esgrimidas por estos grupos.

«Aunque haya debates sobre una vacuna en particular, existe un consenso científico sobre las vacunas. Nadie debate que las vacunas sean buenas, así que la actitud más correcta frente a los antivacunas debería ser escuchar sus argumentos, intentar rebatirlos de una manera científica y, después, dejar que decidan con responsabilidad», finalizó Clara Berbel.