Frascuelo y Cañamero, dos formas de entender los toros

Carlos H. Sanz
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La Peña Taurina Palentina organizó para los aficionados un mano a mano entre Carlos Escolar, decano de los toreros y el periodista charro. Una lección de historia del toreo

Frascuelo y Cañamero, dos formas de entender los toros - Foto: Eva Garrido

El pasado jueves, la Peña Taurina Palentina, dentro del desarrollo del XXXVI Ciclo Taurino Cultural, presentó un mano a mano entre Carlos Escolar, Frascuelo, decano de los toreros y el periodista charro Paco Cañamero.

Los dos aman la tauromaquia. Frascuelo, desde la verdad del que se ha jugado la vida ante el toro de lidia; Cañamero, desde el burladero, con la verdad por delante, contándolo y cantando las verdades del barquero.

Paco Cañamero, tirando de oficio, supo encelar al torero, para que con cuatro preguntas, éste se arrancara por derecho, con verbo fácil, con sentimiento y verdad, emocionando al público con el relato de su vida, que ya desde muy niño tuvo claro que se dedicaría en cuerpo y alma a lo que fue su gran pasión: vivir para torear.

Frascuelo, que se vistió de luces por primera vez en Torquemada con tan solo 16 años, comenzó agradeciendo que su padre le inculcara la afición por el toro. Fue en Rivas-Vaciamadrid, cuna del gran Marcial Lalanda, donde con 11 años y con su hatillo de maletilla por todo equipaje, pudo dar sus primeros pases a una vaca muy corrida y resabiada. Y fue en Borox  donde le bautizaron al decirle a voz en grito un aficionado ante la valentía que demostraba esa tarde: «Chaval, ni que fueras Frascuelo».

Recordó sus años de novillero puntero, saliendo seis veces a hombros de la madrileña plaza de Vistalegre; su paso por la plaza de Barcelona, donde se hace querer y respetar. Fruto de ello fue la alternativa que tomó junto con Paco Alcalde en la plaza de las Arenas de la Ciudad Condal hace ya 44 años, un 14 de abril de 1974 de la mano del maestro Curro Romero con toros de la ganadería charra de Juan Mari Pérez Tabernero. Al año siguiente confirmó en Madrid con toros de Celestino Cuadri alternando con Antonio Rojas y Curro Fuentes.

Recordó la terrible cornada que le infirió un toro de Villagodio en Bilbao que le tuvo apartado de los ruedos durante dos años, pero consiguió hacerse un hueco en el corazón del exigente aficionado madrileño, dejando su poso de torero clásico y valeroso ante toros de las llamadas ganaderías duras en Las Ventas.