No podía tener mejor escenario posible un programa de televisión que Velilla del Río Carrión, ni un público más entregado que sus vecinos. Laura Lombraña, uno de los rostros más conocidos y queridos de La 8 Palencia, cambió ayer el plató de la capital por este lugar idílico. Sin guión, sin piloto rojo, sin focos y sin las cámaras que le acompañan desde hace más de una década de trayectoria profesional, la periodista fue la encargada de abrir con su pregón las fiestas patronales de Nuestra Señora de Areños y San Roque ante una abarrotada plaza Mayor.

Y es que Lombraña habló desde el corazón, el mismo en el que tiene un lugar reservado para todos los velillenses que se ha ido encontrando a lo largo de los años. Eduardo Renedo, con el que compartió su etapa universitaria; su compañera Lucía Ferrer, con la que ha vivido algunos de los momentos más especiales en la localidad; Manuel Dos Santos, el gran promotor cultural de esta tierra; Eduardo Ibáñez, luchador como pocos; Rosario, a la que conoció en Valcobero; los periodistas de la Montaña; Lalo y Pablo.

«Cuando un velillense te da la oportunidad de conocerle, te roba el corazón para siempre. La marca Velilla lleva asociados valores como la humildad, el respeto y la bondad», afirmó la pregonera.

Gracias a todos ellos ha podido conocer cada rincón del municipio y sus pedanías. «Lugares con potentes paisajes que merecen ser visitados y que se convierten en recuerdos inolvidables», añadió. Sin embargo, para ella, «el patrimonio más valioso sois vosotros, los vecinos. Los que vivís aquí todo el año, que sois los mejores embajadores de vuestro pueblo».

La última vez que visitó Velilla fue el pasado mes de noviembre, en la manifestación en contra del cierre de la térmica. «Aquel día demostrasteis que estáis unidos, que la comarca no está dormida, que sois inconformistas y que tenéis mucha fuerza. Os merecéis un futuro con oportunidades, ojalá sea así», añadió.

Una intervención muy aplaudida por los velillenses, que respondieron a las palabras de Lombraña con una calurosa y sonora ovación. Empezaban así seis días de asueto en los que no habrá tiempo para el aburrimiento. ¡Que comience la fiesta!