En situaciones más extremas, se produce un envenenamiento y, con ello, la muerte. Por ello, concluye el equipo internacional, los gorriones pueden ayudar a estimar la polución de plomo en entornos habitados, actuando como bioindicadores, lo que podrá ayudar a establecer medidas de salud pública. En el trabajo también ha participado la Universidad Nacional de San Luis (Argentina). Según informó hoy la UVa en un comunicado, el plomo ha llegado a los sedimentos de los ríos o al suelo debido fundamentalmente a su antigua presencia como aditivo en la gasolina. Un compuesto denominado tetraetilo de plomo se empleaba para incrementar el octanaje de este carburante, esto es, por cuestiones de seguridad, para incrementar su capacidad antidetonante. Con el paso del tiempo, se observó sin embargo que el plomo también dañaba los catalizadores y, además, era expulsado a la atmósfera por el tubo de escape, por lo que fue retirado de las gasolineras, aunque continúa en las ciudades.