Nunca suena a gusto de todos

C.V.G (ICAL) | PALENCIA
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Villacidaler era el único pueblo de la comarca sin reloj pero su instalación ha dividido al pueblo por su sonido: repica cada media hora incluidas las de la siesta y a la una del mediodía entona el Himno Nacional

Desde hace apenas dos semanas, a la una en punto de cada día suena solemne el Himno Nacional en el reloj del Ayuntamiento de Villacidaler. Nunca hasta entonces artilugio alguno, véase reloj o campana, había cantado las horas para los vecinos de este pequeño pueblo de Tierra de Campos que ahora se sobresaltan a las medias y a las en punto con el estruendo de su convecino chivato. Y los corrillos en las poco transitadas calles se dividen entre defensores y detractores del cronógrafo y de la sintonía que de él emana.

Nada más llegar a Villacidaler, un grupo formado por apenas media docena de personas comenta a las puertas de una casa la novedad de este verano. El reloj, como haciendo gala de su omnipresencia, advierte con su tañer que son las 11,30. «Suena cada media hora y aunque está apagado desde las doce de la noche hasta las diez de la mañana, despierta a los niños pequeños y no deja descansar durante la siesta», protesta una joven que junto a sus acompañantes de tertulia prefieren permanecer en el anonimato. «Para que los que viven más abajo lo puedan oír bien, aquí suena a toda caña», apostilla uno de ellos. «Vienes al pueblo de vacaciones para descansar y te encuentras con esto...», se lamenta otro. «Hace 50 años, la gente no tenía relojes por lo que tenía su utilidad, pero hoy todo el mundo tiene reloj o móvil. Hemos vivido toda la vida sin reloj en el pueblo y podemos seguir haciéndolo», agrega la joven.

Pero lo que más ha sorprendido a los integrantes de este grupo es oír cada día las notas del Himno Nacional salir del recién estrenado reloj. «Hemos alucinado... no tenemos ni idea a qué se debe», dicen mientras se encogen de hombros y lanzan una mirada interrogante al aire.

Apenas unas calles más allá, la puerta abierta de una casa invita a iniciar el debate. Paquita Fuentes asegura estar encantada con el reloj: «Vivo en Madrid y estoy acostumbrada a los ruidos; a quien protesta lo llevaba yo allí a ver qué le parece...». Confiesa que aunque se oye mucho, no le molesta en las horas de la siesta; «todo lo contrario, me sirve para orientarme y me da alegría».

José Cerezo, que se afana en una reparación en la casa de Paquita, es de la misma opinión que su convecina. Dice que vive justo al lado del Ayuntamiento y solo con asomarse a la calle le permite ver la hora que es.

Muy cerca de la Casa Consistorial, Teresa Helguera barre la acera. Achaca las protestas de sus convecinos a la «falta de costumbre» y se manifiesta abiertamente defensora del reloj pese a la proximidad con su casa. Sobre que todos los días suene el Himno Nacional, no le da importancia porque «es el himno de todos los españoles, aunque algunos lo quieran asociar a otras cosas», aclara.

EL ÚNICO PUEBLO SIN RELOJ.  La idea de instalar en el Ayuntamiento de Villacidaler un reloj se le ocurrió a su alcalde, José Antonio García. El regidor relata que recibió publicidad sobre una empresa palentina que se dedica a la fabricación de relojes y consciente de que su pueblo era el único del entorno que no tenía uno decidió adquirirlo utilizando para ello recursos municipales.

«No sabíamos si coger el modelo con números romanos o árabes; incluso fui por los otros pueblos para ver cómo eran para que fuese igual», relata, para después explicar que es una de las mejoras que dentro de sus posibilidades lleva a cabo en el municipio que rige desde hace 28 años.

El reloj, de números romanos, está situado en una pared lateral del edificio del Ayuntamiento que se levanta en una estrecha calle de una zona del pueblo que poco a poco se ha ido despoblando. Para que se pueda oír en todas las casas, se han colocado dos altavoces en lo alto de la Casa Consistorial; uno encima del balcón y otro en una esquina que mira hacia el grueso del núcleo de población.

En pruebas. El alcalde alega ante la protesta de algunos vecinos que ya se ha bajado el volumen y se ha movido uno de los altavoces que al principio fue colocado junto al otro en el centro del edificio para que no moleste a los que están más cerca pero que también pueda ser oído por los que viven más lejos.

Ni la ubicación de los altavoces ni el horario del reloj, agrega, son definitivos, porque todavía están en periodo de pruebas. García no descarta incluso apagar durante un par de horas el artilugio para evitar que suene durante las horas de la siesta.

«Lo de poner el himno nacional es porque solo había la posibilidad de que sonara un himno o algo religioso; yo no soy mucho de religión y como no tenemos himno de Villacidaler, me decanté por el nacional, que para eso es el de todos», explica antes de que se le pregunte. El alcalde reconoce que el encargado de la empresa de relojes se sorprendió de su elección, pero deja claro que no hay ninguna otra explicación que la que ya ha dado para que suene el himno nacional.

Lucía Isabel García, que pasa unos días de vacaciones en su pueblo natal, se hace eco del refrán que reza: «En Castilla, pueblo pequeño, infierno grande» nada más empezar la conversación. Dice que no le molesta el reloj porque vive al otro lado del pueblo aunque reconoce que puede interrumpir el descanso en las horas de siesta a quienes viven cerca.

Antes de abandonar Villacidaler, un vecino chiva que las protestas solo proceden de los ecologistas de asfalto, esos que van a pasar las vacaciones al pueblo y a los que molesta hasta el ruido de un tractor, aclara con cierta malevolencia.