Un diccionario para entender a Delibes

JORGE URDIALES
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El escritor Jorge Urdiales presenta su tercer libro sobre el genio de las letras pucelano, en el que se analizan términos del castellano rural que se emplean en todas sus novelas

Un diccionario para entender a Delibes

Miguel Delibes hila fino al escribir, pero con sobriedad. No gasta palabras a lo tonto, sin ton ni son. Maneja el lenguaje rural como nadie y lo deja destilar página a página por sus libros. Sabe lo que se dice: una expresión aquí, un término de caza allá; ahora un apero de labranza, después un tipo de arbusto…

Para entender todo esto hacía falta un diccionario que diera luz sobre uno de los aspectos más importantes de la narrativa de Miguel Delibes: su lenguaje rural. Y eso es lo que presento hoy en la Fundación Miguel Delibes, en la ciudad de Valladolid. Un diccionario de nombre largo: Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes.

Se trata de un estudio sistemático, ordenado, que fija el lenguaje rural que se da en la narrativa del autor pucelano. Un diccionario que recoge y presenta todos los términos rurales, 326, que aparecen a lo largo de la narrativa del maestro y que, en su amplísima mayoría, no cita el Diccionario de la Real Academia Española. Cada palabra se recoge con su significado preciso, su contexto y el libro y la página de la obra de Delibes en la que aparece.

Trapunta, zahurdón, acerico, herrada, zarandaja, sacavinos, hachón, hornillera, agavillar… aparecen en este diccionario porque las nombra el maestro Delibes y ¿por qué entender a Delibes a medias cuando este diccionario nos hace saborear al escritor en toda su plenitud?

Los significados de estos términos rurales los descubrí después de una dura y tenaz investigación de campo por los pueblos que más frecuentó Delibes en su vida. Peiné, literalmente hablando, la zona este de la provincia de Valladolid y me acerqué a La Sinova (donde el maestro cazó su primera perdiz) a Villafuerte de Esgueva (donde disfrutó del pelo y la pluma cuando el monte era libre) a Esguevillas (donde pescó su primer cangrejo de río) o a Quintanilla de Onésimo (donde pasó algunos veranos de la infancia). Los ancianos de estos pueblos estaban familiarizados con las palabras rurales que les preguntaba. Las habían empleado casi todas y formaban parte de su modo de hablar y de ser.

Después de muchas idas y venidas por estas carreteras de Dios, volví a casa con casi todas las palabras rurales bien definidas, pero quedaban cerca de la treintena por fijar y definir con precisión. Tenía que concluir mi investigación y se me ocurrió escribir al hombre que había escrito esos términos en sus libros: al escritor, al maestro. La relación fue sencilla y sincera y el propio Delibes me aportó directamente al diccionario el significado de 45 palabras que eran más o menos desconocidas por las gentes de los pueblos consultados.

El diccionario, antes de meterse en harina con un vocablo detrás de otro, presenta parte de la correspondencia que mantuve con Delibes y en la que comentamos el lenguaje rural de sus libros. Estas cartas son una prueba palpable del valor que cobra este diccionario al estar, en parte, confeccionado con las aportaciones del propio escritor.

SURGIÓ LA EDITORIAL. En estos tiempos de crisis y estrecheces me hacía falta una editorial que quisiera arriesgar con un libro que por otro lado ya había agotado sus cuatro primeras ediciones. Y esa editorial surgió, Ediciones Cinca, para publicar este diccionario muy mejorado respecto a ediciones anteriores y, además, con la nueva aportación de la correspondencia entre Delibes y Urdiales. Esta editorial tuvo siempre muy claro que este libro tenía que volver a las librerías, a los lectores, y ha hecho todo lo posible por ofrecer el mejor texto a un precio módico, acorde a los tiempos que vivimos: 10 euros.

En resumidas cuentas, hoy se va a presentar en la sede de la Fundación Miguel Delibes, en la capital pucelana, algo más que un diccionario, mucho más: una manera especial de hablar y un modo de ser absolutamente castellano que sería bueno que jamás se perdieran por el bien de Castilla y también de España.