«El hecho de vivir es político"

SPC
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Es uno de los intérpretes más respetados del panorama nacional gracias a películas como 'AzulOscuroCasiNegro', 'Tarde para la ira' o 'La isla mínima', además de su reciente 'La noche de 12 años'

Es andaluz pero desde que está con sus compañeros de la película uruguaya La noche de 12 años, a Antonio de la Torre se le escapa el acento de ese país sudamericano. No deja de imitar cuando puede a el Pepe, como denomina al expresidente uruguayo José Mujica, en cuya piel se mete a las órdenes de Álvaro Brechner.  

De la Torre, que ya se está convirtiendo en un asiduo en el Festival de Venecia desde que estrenó Gordos, se sumó de inmediato al proyecto que se estrenó el pasado sábado en el certamen cuando Brechner le habló de los tupamaros, los guerrilleros izquierdistas que lucharon contra la dictadura de Uruguay en los años 60 y 70, y le contó el experimento al que los militares sometieron a un grupo de líderes guerrilleros, que fueron sacados de la cárcel y aislados durante años en un intento de volverlos locos.  

La noche de 12 años se basa en el libro Memorias del Calabozo, que escribieron dos de los protagonistas: Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro (este último ya fallecido).  

  

¿Cómo se embarca uno en un personaje tan icónico? 

Intenté familiarizarme todo lo que pude con Uruguay, con los tupamaros, con gente que estuvo cerca de él. Era intentar hacer la casa desde los cimientos. Cuando haces de alguien vivo, tienes que intentar tener cosas que le hagan un poco reconocible, pero sin perder el asidero de quién eres tú, porque si no, haces una imitación y eso es peligroso. Cuando se interpreta a un personaje que está vivo tienes que acercarte a él. Una cosa es una imitación y la otra la composición: hacer un personaje y que te creas que está vivo. 

¿Y cómo se consigue eso? 

No tengo ni las más reputa idea. Ni siquiera sé si lo he conseguido. He hecho lo que he podido. Si yo tuviera la fórmula... Al final uno hace lo que puede y algunas veces te sale mejor y otras peor. Como dijo el Pepe cuando le contaron que yo iba hacer de él: «Bueno, alguien tiene que hacerlo». ¿Qué te parece? Tiene cero vanidad. Pero yo creo que se trata, sobre todo, de captar su alma. Al final de lo que se trata es que el espectador entre en la película.  

¿Cómo fueron los encuentros con Mujica? 

Es un hombre que es muy consciente de que la gente va a verlo como quien va a buscar inspiración. Yo creo que él nos ha ayudado en la película no por vanidad. Pero sí que logró captar que nosotros nos acercábamos con alma a la película, con respeto, con gana. De hecho, cuando vio la cinta, me mandó un vídeo precioso, muy bonito,  diciendo que qué suerte que la hiciéramos y que nos daba las gracias en nombre de los compañeros tupamaros anónimos que se quedaron por el camino.  

Es un hombre que hizo un viaje de ida y vuelta a la locura. Le preguntamos sobre cómo pudo resistir y el contestó que con la rutina y también reflexionando mucho sobre política. La conclusión a la que llegamos es que los que tenían la convicción política más fuerte resistieron mejor. La ideología les ayudaba a resistir.  

Hace de líder guerrillero izquierdista en esta película y en unas semanas  aparece como policía corrupto en El Reino. ¿Todavía cree en la política? 

Totalmente. Cada vez creo más en la gente. Pienso igual que el Pepe. Yo soy tremendamente humanista y mira que nos viene una revolución tecnológica ahora... El hecho de vivir es político. Pero hay que cambiar la manera de entender la vida, esa es la revolución. Creo que el capitalismo es una construcción cultural, pero no sé si vamos a superar eso o no. Me parece una tarea urgente.