«Esto está ya acabado. Va a ver elecciones sí o sí. Fíjate, todo está paralizado, y eso es por algo». Con estas palabras se despacha a gusto un cargo de designación política, de los muchos que abundan en Andalucía, al hablar de la situación de la Junta, cuyo Palacio de San Telmo huele a obras más pronto que tarde. 

Yes que ya lo dijo la presidenta de la Comunidad, Susana Díaz, cuando se le preguntó por la posibilidad de hacer coincidir los comicios autonómicos con los generales. «Estoy convencida de que cuando convoquemos las elecciones en Andalucía serán en andaluz y hablando en andaluz. Quiero un debate solo de Andalucía y en andaluz», señaló justo después de haberse reunido con su enemigo Pedro Sánchez hace menos de un mes en La Moncloa. Allí se llevó la callada por respuesta ante sus peticiones económicas para la región más pobre de España, y una de las más deprimidas de Europa. 

Desde su entorno no dejan de decir que prefiere ir en solitario a las urnas y que la política nacional y, sobre todo el conflicto de Cataluña, no acapare la campaña. Esto era algo que ya los socialistas andaluces llevaban semanas expresando en privado, pero que por primera vez la presidenta verbaliza con esta rotundidad.

«Veo mucho ruido y mucho nerviosismo por la fecha de las elecciones», apuntó Díaz, que dejó a la vuelta de vacaciones su decisión. Pero la decisión, a no ser que haya un terremoto político -que se lo digan a Rajoy-, está tomada. De hecho, se especula con que sea el 28 de octubre, coincidiendo con la primera victoria del PSOE de Felipe González en 1982. Para eso tendría que hacer la convocatoria la primera semana de septiembre.