'El Prendimiento' regresa con gran éxito a las puertas de 'San Miguel'

Carlos H. Sanz
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Centenares de personas se dieron cita ante la iglesia capitalina para ver en directo la captura del Hijo de Dios a través de 'La Traición de Judas' y el 'Cristo de Medinaceli'

‘El Prendimiento’ regresa con gran éxito a las puertas de ‘San Miguel’ - Foto: eva garrido

- Foto: eva garrido

El Prendimiento regresó a la iglesia de San Miguel con un ojo puesto en el cielo por los nubarrones grises que lo cubrían y las cuatro gotas que cayeron a lo largo de la tarde. Ya avisaron los hermanos mayores de la Archicofradía de la Ilustre Esclavitud de NP Jesús de Medinaceli y de la Cofradía de NP Jesús Nazareno y NM la Virgen de la Amargura que mucho tenía que llover para recurrir al plan b que hubo que poner en práctica en los últimos años.
Así, a las 20 horas partió la Procesión desde la capilla de la cofradía nazarena y ante la atenta mirada de centenares de personas que se congregaron en la plaza de San Pablo. Un numeroso cuadro de nazarenos arropó el paso de La Traición de Judas en su camino hacia la plaza de San Miguel. En la comitiva destacó la presencia de una pequeña representación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Sepulcro, de Baltanás, distinguidos por su capa y estandarte blancos, justo por detrás de la Cruz y los ciriales y de la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía.
Mientras la delegación de nazarenos recorría el camino hacia el templo palentino todo quedaba perfectamente organizado a los pies de San Miguel. A sus puertas, esperando, los cofrades de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli y la Banda Municipal de Música; y en la calle Doctrinos, en formación, el resto de cuadros de las Cofradías palentinas: Santo Sepulcro, Sentencia, Piedad y Jesús Crucificado, a un lado; la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, La Soledad y la Vera Cruz, al otro.
Cualquier sitio que no estuviese ocupado por un cofrade lo estaba por uno de los cientos de palentinos que acudieron hasta la iglesia de San Miguel. Si ya en años anteriores la imagen de la plaza de la Inmaculada lucía impresionante, la escena que se vivió ayer a las puertas de la iglesia en la que se venera durante todo el año la imagen del Cristo de Medinaceli, fue espectacular.
Pasadas las 21 horas, la comitiva de los nazarenos entraba en la plaza por la calle Mayor Antigua. El paso de La Traición de Judas avanzó hacia la puerta principal de San Miguel, bajo su torre. El hermano mayor nazareno, Domiciano Curiel, avanzó hacia la puerta y con su gallardete golpeó tres veces no la madera sino el dintel de piedra. Los tres toques de tararú precedieron a la apertura de las puertas del templo detrás de las cuales apareció el Cristo de Medinaceli, la talla del siglo XVII, paso titular de la Archicofradía a la que da nombre.
Flanqueado por sus faroles encendidos, el Cristo de Medinaceli salió del templo y se colocó cara a cara con La Traición de Judas. Mientras, la Banda Municipal de Música interpretaba el Himno de Medinaceli y los estandartes de las cofradías se elevaban al cielo en señal de respeto, lo que acrecentó la solemnidad del momento.
El prendimiento. El Prendimiento es un episodio clave en la Pasión de Cristo que tiene lugar en la noche del Jueves Santo. Refleja cómo Jesús, mientras estaba con sus discípulos en el Huerto de los Olivos, es identificado al recibir de Judas un beso, señal de la traición para la policía del Sanedrín.
Esto es lo que se representó a las puertas de San Miguel. De un lado, La Traición de Judas, la talla que muestra a un Jesucristo con los brazos extendidos y, detrás, a Judas señalado por la traición que acaba de cometer, queriendo, así lo parece, agarrar al Maestro con el rostro medio oculto por un paño que  simboliza la vergüenza por lo que acaba de hacer, besar al Hijo de Dios para entregarle a sus captores.
A la derecha, el paso de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, que muestra a Jesucristo ya con las manos atadas con un cordón, como símbolo de su apresamiento por parte de los soldados.
Otros dos símbolos completan esta imagen de la traición y detención del Hijo de Dios. Uno es el par de grilletes, que se colocan a los pies del Cristo de Medinaceli. El otro, la corona de espinas sobre un cojín que acompaña la talla.
Mientras los pasos sostenían la mirada, el párroco de San Miguel, Eleuterio García, tomó la palabra para hablar del significado de este momento de la Pasión, y pidió «mirar de cerca al Jesús que iba a salir a nuestro encuentro» y «revivir la escena del prendimiento sin prisas, porque se necesita un pequeño espacio de silencio y tiempo».
A continuación, Juan Francisco Rojo, Jesús Salán y Donato Gómez (vicario parroquial) dramatizaron este pasaje de la traición de Judas. Como manda la tradición, al grito de «¡Prendedle!» los dos pasos se acercaron hasta casi tocarse.
Con Jesús ya preso, la comitiva se puso en marcha hacia la calle General Amor. Primero, La Traición de Judas y, después, el Cristo de Medinaceli. La procesión pasó por primera vez ante la nueva sede de la Hermandad de Cofradías Penitenciales de Palencia, ubicada en la plazuela de Zurradores.
Tres bandas aportaron la música a la Procesión, la del Santo Sepulcro, la del Cristo de la Misericordia, y la de los Nazarenos, por este orden. Y junto al Cristo de Medinaceli, la Banda Municipal de Música.
Destacar la buena participación de cofrades, la notable presencia de penitentes cargando cruces detrás del Cristo de Medinaceli, y la presencia de manolas. También llamó la atención la participación de una representación de una cofradía de Zaragoza, con túnica morada oscura y capillo sin capirote.
Cuando la Procesión llegó a la iglesia de San Agustín, a eso de las 22,30 horas, de nuevo se realizó un saludo al paso de la Virgen de la Piedad, ubicado en el dintel de la puerta interior y escoltado por nueve hermanos de la Virgen de la Piedad. De ahí, la comitiva se dirigió a la capilla de los nazarenos. Allí terminó la Procesión del Prendimiento propiamente dicha, aunque a continuación se trasladó el Cristo de Medinaceli a San Miguel en procesión.
gran acogida. El regreso del Prendimiento a la iglesia de San Miguel no desmereció en absoluto al que se realizaba en la Catedral. Quizá, por poner un pero, sí hay que destacar que la falta de espacio hizo que no reinara el silencio absoluto en aquellas zonas en las que no había línea de visión directa. Una cuestión menor, y solucionable, que no restó un ápice a la solemnidad del nuevo recorrido, muy concurrido de espectadores, lo que no deja de ser un plus a la Declaración de Interés Turístico Internacional.