Ninguneo en una jornada histórica

Carlos Martín Santoyo
-

El error de la placa luego sustituida y las escasas referencias de Rajoy nos hizo recordar el 'Palencia con P'

No cabe duda de que la llegada del AVE a Palencia se ha convertido por méritos propios en una de las noticias más importantes de las últimas décadas para esta provincia. Y que esta soñada infraestructura puede y debe convertirse en fundamental de cara a la promoción turística de esta tierra que tiene tantas cosas importantes que mostrar al mundo. Una Bella Desconocida que va más allá de la propia Catedral y que, si sabemos gestionarlo, debe significar tremendos beneficios de toda índole.

Que estemos ya jugando en primera división en cuanto a infraestructuras se refiere es un motivo de orgullo para los que sentimos y pensamos en palentino. Y por ello buena parte de los que formamos parte de esa sociedad, con diferentes responsabilidades en la defensa a ultranza de lo nuestro,  ayer acudíamos gozosos a la capital del Reino, invitados por el Ministerio de Fomento, para vivir in situ el primer viaje de este Tren de Alta velocidad que une Madrid-Valladolid-Palencia y León. Los primeros pasos para, muy pronto, tener aún más cerca otras regiones del norte con las que nos unen muchos lazos. Algo que los que peinamos canas ni siquiera imaginábamos hace unos años cuando, viviendo en localidades pequeñas que tenían su estación de ferrocarril para los recorridos de cercanías, a veces nos quejábamos de la tardanza en realizar pocos kilómetros o en esa falta de puntualidad que en otro tiempo era una constante por fortuna pasada a mejor vida.

Sin embargo, esa satisfacción derivada de comprobar cómo el AVE nos deja a tiro de piedra de numerosas ciudades, especialmente de Madrid, se tornaba a medida que avanzaba la jornada en tristeza por ese empeño, quiero entender que no intencionado, de restarnos protagonismo hasta rozar el ninguneo.

Desde el principio entendimos, faltaría más, que un recorrido de esas características implicaba concesiones, léase que el final del mismo acaparase una mayor atención. Y nadie se quejó de ello tras conocerse la hoja de ruta de este histórico día.

Ahora bien, una cosa es esa y otra muy diferente algunas situaciones vividas/sufridas en esta mañana para el recuerdo y que tenía su negativo punto de partida con la parada del tren en Palencia minutos antes de las 11. Y no lo decimos porque a los invitados palentinos no se nos permitiera bajar esos instantes a disfrutar del momento, pues entendimos que para que los horarios no se descuadrasen se exigía una disciplina que acatamos, sino por el palo moral derivado del descubrimiento por parte del presidente del Gobierno de esa placa que nos obviaba al firmarse como León, 29 de septiembre en lugar de Palencia. Sin permitirse tampoco la intervención oficial del alcalde, Alfonso Polanco, esperando en el andén a Mariano Rajoy, para darle la bienvenida en nombre de la ciudad aunque hubiesen sido unos segunditos de nada.

Un grave error, el de la placa, subsanado horas después, infinitamente menor que la intervención del propio Rajoy en el acto institucional de León donde, aparte de olvidarse del propio regidor de nuestra ciudad en sus saludos protocolarios (cosa que no le sucedió al alcalde leonés Silván ni al presidente Herrera que hasta hicieron extensivo el éxito del AVE a Rodríguez Zapatero en un gesto de generosidad con el ex) apenas citó a Palencia y el hito que suponía para esta provincia. Para el presidente sólo parecía existir León. Como si lo nuestro hubiese sido una pedrea favorecida por pillarnos a medio camino. Sin más.

Entiendo que el/los culpables hayan sido personas de su gabinete de comunicación encargados de la confección del discurso, aunque era tan evidente el fallo que podía haber rectificado sobre la marcha con algún guiño de cosecha propia que suavizase el cabreo de los palentinos allí presentes al escuchar cómo se invitaba a visitar León en AVE. Palencia ninguneada. Como en los tiempos en los que había que anunciarse en ferias turísticas como Palencia con «P» para diferenciarnos de Valencia.

Uno de los palentinos con más mando en plaza actualmente en el PP es sin duda Pablo Casado, que también se encontraba en el acto. A buen seguro que a  él, de haber estado en esa tarea de portavocía y comunicación en el Gobierno de la Nación y no en el Partido, jamás se le hubiese olvidado al repasar el discurso. Pero ni Palencia ni otra ciudad. Cuestión de conocimientos y de saber estar. De ser  parte de esa savia nueva tan necesaria y no sólo para comerse marrones, pero esa es otra historia...