Una hora de debate entre los dos aspirantes a liderar el PSOE de Castilla y León dejó patente la diferencia en las formas entre el palentino Julio Villarrubia y el burgalés Luis Tudanca. La vehemencia y apelaciones a los sentimientos del primero confrontaban con un discurso hilado al milímetro fruto de una concienzuda preparación a base de marketing político. Los militantes socialistas tienen, de este modo, dos estilos diferentes para elegir el próximo sábado, pero en el fondo acabaron hablando de lo mismo, no sin dejar de lanzarse dardos envenenados de reproche.
Ya la música que sonaba minutos antes del comienzo del debate apuntaba a una pelea épica. Parecía la banda sonora de una película de gladiadores que un debate político. Los curiosos pueden buscar Nebulosa de Miguel Ángel Fabre para comprobarlo. Irradiaba tensión, la misma que se podía cortar con cuchillos desde media hora antes del comienzo, cuando comenzaron a llegar los aspirantes a la secretaría general del PSOE de Castilla y León. El primero en llegar fue Luis Tudanca. Dos minutos después lo hacía Julio Villarrubia. Ambos seguidos de su séquito como dos boxeadores que se acercan al combate por el título de los pesos pesados.
El cuarto de hora que estuvieron en el escenario para las fotos previas se hizo eterno. Tudanca, con una telegenia más cuidad: camisa azul muy claro y americana con tono más oscuro, daba mejor en cámara. El blanco de la camisa y la chaqueta negra de Villarrubia saturaba la imagen. Saludos forzados. Sonrisas aún más forzadas y nerviosas. Miradas de reojo al adversario y al reloj. Búsqueda de amigos entre el público... Y por fin llegó el mediodía. Intro y acción.
El moderador, Paco Alcántara, introdujo el debate con un alegato para permitir la presencia de los medios de comunicación en la sala -ausentes por cuestión de espacio y de formato, tuvieron que seguirlo por plasma- y manos a la obra. Sin margen a la improvisación porque todo estaba tasado. Abría Luis Tudanca, cerraba Julio Villarrubia. Veinte espectadores en directo -diez de cada bando-, además de las cámaras de RTVCyL como testigos.
Tudanca comenzó al ataque. Sin tiempo para colocarse, arreó el primer golpe directo al mentón al recordar la bicefalia el fuerte enfrentamiento que ha llevado al PSOE donde ahora está y su consideración de que «los protagonistas de la división no pueden ser los que unan al partido». Villarrubia encajó el sopapo y se la guardó hasta el final. Contenido durante una hora no pudo por menos que concluir su alegato de despedida con su deseo de que desterrar «comportamientos que han hecho tanto daño al partido detrás de los cuales estaban amigos muy cercanos a ti». Aclaración para el lector: Villarrubia asocia a Tudanca con Óscar López, a quien a su vez culpa de la dimisión en bloque de secretarios que hizo caer la Ejecutiva socialista.
Fueron los golpes más directos y claros, pero no los únicos. Y eso que ambos destacaron el tono cordial de la campaña. El resto de los reproches fueron más o menos velados. Como cuando el burgalés Luis Tudanca le recordó a Villarrubia que pactó con la Junta la ordenación del territorio (septiembre de 2012) sin haber consultado antes con sus alcaldes.
El palentino aprovechó cuando su contrincante burgalés sacó pecho por hacer pública su declaración de la renta y le animó a que también presentase la vida laboral, para poner en evidencia que apenas había trabajado antes de entrar en política. Sin olvidar las continuas alusiones a los «eslóganes de laboratorio» que lanza su adversario por la secretaría general. Ocuando recriminó a Tudanca que se había quedado «fuera de juego» al plantear la necesidad de nuevas propuestas para presentarse como alternativa de Gobierno en Castilla y León cuando la anterior Ejecutiva, la que él lideraba, había recogido 600 propuestas tras reuniones con colectivos ciudadanos.
Pequeñas patadas en la espinilla. Aunque a la salida ambos estaban contentos con el tono en el que se había desarrollado el debate.
Sorprendente fue que el nombre de Óscar López no se mencionó durante la hora y diez minutos que duró el debate más que una vez. Lo hizo Luis Tudanca en una enumeración de todos los secretarios generales anteriores. Ni una más, aunque las referencias a bicefalias y pasado reciente sembraron ambas intervenciones.
En la parte de las propuestas concretas, el principal punto de divergencia fue el de las primarias abiertas o no para elegir al candidato a la Junta. La propuesta de elegirlo con un proceso en el que puedan participar personas que no sean militantes la lanzó Tudanca y retó expresamente a Villarrubia a que se pronunciara en directo. Cosa que no hizo. Simplemente se postuló en el caso de que gane el sábado y retirarse si pierde y abogó por no dedicar más tiempo a «nuestras cosas», en referencia a los problemas del partido, sino a recuperar el tiempo perdido.
Otra muestra de la preparación del debate se observó en el control de los tiempos. Mientras Villarrubia agotaba los minutos en las intervenciones iniciales de cada bloque, Tudanca manejaba sus turnos con precisión suiza basada en la concisión.
El resto del debate, mensajes idénticos de unidad y transparencia en el ámbito interno y plantar cara a la derecha de cara al exterior.