Huele a repetir elecciones

Antonio Pérez Henares
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Sánchez está descompuesto y sin novia después de que Iglesias le haya propuesto boda en régimen de gananciales, que él es muy decente, que de poligamia nada y que se deje de coplas

Iglesias es quien lo tiene más claro. Gobierno de Podemos, con Sánchez de presidente-figurón o a elecciones. Un Ejecutivo paritario, como corresponde a sus votos, bienes, tierras y poderes. Vamos, que de amante nada, que o boda en régimen de gananciales o que se vaya a rondar a otra. Que él es muy decente y de poligamia nada.
 O él o Rivera. Y el no es comparsa. Que elija, le dijo. Eso o comicios, que él no les tiene miedo sino ganas. Y por eso puede decírselo, y más con el nuevo CIS en la mano. Porque lo tiene cogido por el cuello y porque Sánchez, con su resultado histórico de 90 escaños, se ha metido, el solito, en la boca del lobo. Porque Iglesias quiere comérselo con patatas y no dejar del PSOE ni las raspas. Algo de lo que se daban muy bien cuenta quienes saben de esto, pero que ni El Guapo si su sanedrín de insensatos de Ferraz se huelen siquiera. O quizás a partir de ayer sí, cuando han sentido los mordiscos en carne viva.
 En el fondo, a lo que se ha llegado ha sido al poder, al sillón de presidente y a las sillas ministeriales. Es por ahí por donde Sánchez ha hecho aguas. Lo otro, los principios, que los Podemitas sean la izquierda extrema, que supusiera los peores riesgos económicos, el delirio chavista importado, Grecia en el horizonte del corralito y la miseria, eso no importaba nada. Como tampoco eso tan baladí de que para sumar hubiera que pactar ausencias de separatistas a los que luego se pagaría en especies, o sea, con soberanía de España. Eso, aunque hubiera que engañar a los militantes para que no se dieran cuenta y lo votaran, ya estaba previsto, pero lo de repartir el poder, lo de que el «asalto a los cielos» fuera también un asalto a su propio cielo, a ellos mismos y ya mismo y sin anestesia, con ello no contaban. 
 No contaba Sánchez porque Iglesias tenía muy bien hechas las cuentas. ¿Por qué he de darle yo a este, y gratis, no solo la Presidencia, sino una salida y un trampolín y la posibilidad de que se me venga arriba cuando le tengo puesta la bota al cuello y depende de mí para todo? Así que o traga o a las urnas.
 La puesta en escena de Iglesias Turrión escenificó toda su estrategia. Tocaba acorderamiento y humildad. Un «no será porque tu no quieras» más peligrosa y letal que anteriores chulerías. Porque detrás había seguridad, cálculo y argumentos de campaña. 
Y la carita de mi Pedro valía y traducía a la verdad todas sus palabras. Las de hoy y las euforias desde el día que Patxi le dijo que el Rey le encargaba y ya se creyó primer ministro y, como tal, lleva postureando desde entonces, diciendo lo que ha de hacerse o no en Europa y que le consulten todo hasta cuando es tan obvio como garantizar la ley y su cumplimiento ante los secesionistas catalanes. La cara de Sánchez, demudada la color, crispado el rictus -está envejeciendo por días- era un poema de un don Juan cabreado porque le han dicho que se deje de coplas y que por el altar o nada, descompuesto ante el «son lentejas» de Iglesias.
 Su jugada es ahora la misma que la de sus, de nuevo y a partir de ya, enemigos Podemitas, con los cuales se va a disputar la primogenitura (las lentejas) de la izquierda a cara de perro, y que no es otra que echar al otro la culpa de la ruptura y las culpas de que no haya Gobierno de izquierda. Para él, que por cierto, y repito porque parece que nos hemos olvidado de sumar, no da la aritmética si no se cuenta con la abstención activa o ausencia mingitoria de los separatistas4. Para su discurso le viene bien el seguir haciendo la pantomima con Ciudadanos, con PNV y decía él, ya veremos con lo ocurrido si los valencianos le ajuntan, con Compromís y con IU, a la que piensa utilizar y a Garzón, a quien más que como apoyo piensa usar como zapador para minar a Podemos. Sobre todo, y una vez más, enfocándolo todo cara a una repetición de comicios, donde hoy parecen llevar casi todos los caminos. Aunque en lo que estamos, lo de hoy, puede ser lo contrario de mañana y que fuera Pablo Iglesias quien se bajara los pantalones y acudiera a comer a las manos de Sánchez. Puede, aunque me extraña. 
 
HABLAR DE VETOS. Pero, en las aproximadamente 100 ruedas de prensa que nos va a dar -¡qué castigo ya!, oiremos a Sánchez, como mantra, la queja continua de los vetos. Y ello es lo que resulta más obsceno: oír hablar ahora a Sánchez de vetos. Él, vetador mayor del reino, que pretende envía a la tiniebla y al ostracismo a quien le ha ganado las elecciones con 1,7 millones de votos de distancia y 33 escaños más que los suyos. Pero es que desde el 20-D y, más aún, desde ayer Sánchez se juega otra poltrona, la de líder del PSOE y candidato. Y esa puede, y es la novedad, que aunque no consiga la Moncloa no la tenga a día de hoy perdida como la tenía antes sino se aupaba a la Presidencia. Tal vez eso puede haberse modificado. Quizás esa salida se la ofrezcan o se la haya ganado y se la haya de seguir trabajando a base de cinco mítines electorales diarios, con excusa de negociaciones y haciendo el presidente para culminar, con su discurso que se dirá de investidura, pero que será el principio formal de la campaña. Si todo lo de hoy no cambia de golpe otra vez mañana. Que nuestra política a lo que más se parece es a un baile de ataques epilépticos 
¿Y Ciudadanos? Pues debieran comenzar a pensar que más les vale dejar de hacer el canelo con negociaciones preministeriales cuando entre ambos apenas si suman poco más de un tercio de la cámara y solo le están sirviendo Sánchez para sostener la pantomima y a ellos les pueden hacer fosfatina electoralmente si persisten en ponerse estupendos y en realidad aparecer como oferentes escuderos.
¿Y Rajoy que estaba muerto? Pues aunque fuera cadáver, ayer se estuvo riendo y a alguna le dijo: «¿Qué te dije, Soraya? Rajoy es de Cela, gallegos ambos y se ha impreso a fuego la máxima que presidio la vida del Nobel: Quien resiste, gana». O se muere, claro.