'Èpater le bourgeois'

Mario González
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No quisiera abrazar de forma gratuita uno de los eslóganes más reconocibles de la contracultura para valorar un espectáculo tradicionalista, pero de vez en cuando la mala leche se antoja indispensable. La juventud pisa fuerte y viene dispuesta a bailar la silla de todo el que se acomode, tendido incluido. ¿Eran Hernán Cortes y Francisco Pizarro los que salían en hombros? Extremeños, conquistadores... Cuando José Garrido nació, Ponce comenzaba su tercera temporada como matador. Casi nada. El jovencísimo torero sobresaltó ayer a los aficionado que van a la plaza a ver a las figuras. El chaval despeinado que hacía el paseíllo, tras el tercer toro era un tal Garrido y después de matar al sexto, Don José. También incomodó ‘Morante’ negándose a torear al público junto al abreplaza y aromando el albero  con toreo de otra época ante el cuarto. Perera, en cercanías, tampoco permitió que el respetable se relajara. El arte debe perturbar, deleitar mientras transforma y ayer lo vivimos. ¿O acaso alguien se acordó de la música tras las primeras tandas al cuarto y sexto? Hoy somos un poco menos burgueses que ayer, al menos en términos taurinos. Hoy nos conformamos un poco menos. Por cierto, antes de terminar, un aviso. Se empieza ovacionando al del castoreño cuando deja de picar y se termina aplaudiendo los abrazos del final en los combates de boxeo y las películas para adultos.