Novak Djokovic selló ayer su billete para la final de Wimbledon, tercer Grand Slam de la temporada, después de ganar a Rafa Nadal (6-4, 3-6, 7-6[9], 3-6 y 10-8) en la semifinal aplazada el pasado viernes por el descuadre de horarios que supuso la larguísima ‘semi’ previa entre Kevin Anderson y John Isner. 

Por culpa de las casi siete horas que había necesitado el sudafricano para vencer al estadounidense, el español saltó al corazón del All England Club sabiendo que su partido se suspendería por ordenanza municipal a las 23,00 locales. Y el capítulo número 52 de su cara a cara con el serbio apuró bajo techo hasta el último instante nocturno, fiel a su reputación de duelo ‘maratoniano’. Con 2-1 para el de Belgrado, los dos tenistas se retiraron a descansar, pendientes de conseguir el pase a la final. 

Con la mismas condiciones, con el techo desplegado en la pista central, ya que así lo determinaba reglamento del torneo -salvo acuerdo de ambos jugadores para disputar lo restante al aire libre-, el manacorí no pudo voltear el resultado contra un ‘Nole’ igual de temperamental que de costumbre en su peloteo y en su doctrina hasta alcanzar el triunfo definitivo.