Castella deja patente en Palencia su buen momento

Manolo Illana
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Festejo con seis orejas. El galo cortó la mitad de los premios de la tarde con dos faenas de gran intensidad · Talavante arregló su actuación en el último -dos apéndices-, igual que 'El Cid', con el cuarto

De esta forma, Castella se ‘aseguró’ con el acero las dos orejas del quinto de la tarde. - Foto: ÓSCAR NAVARRO

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 Carlos Martín Santoyo, El Cid y Manolo Illana en el programa Toros en Palencia.
Carlos Martín Santoyo, El Cid y Manolo Illana en el programa Toros en Palencia. - Foto: ÓSCAR NAVARRO
 Desparpajo en el remate capotero de Manuel Jesús ‘El Cid’.
Desparpajo en el remate capotero de Manuel Jesús ‘El Cid’. - Foto: ÓSCAR NAVARRO
 Alejandro Talavante, toreando sobre la mano derecha a su segundo enemigo.
Alejandro Talavante, toreando sobre la mano derecha a su segundo enemigo. - Foto: ÓSCAR NAVARRO
Espectacular derribo del picador de ‘El Cid’ en el cuarto de la tarde.
Espectacular derribo del picador de ‘El Cid’ en el cuarto de la tarde. - Foto: Oscar Navarro
Talavante y Castella, a hombros ayer en Palencia.
Talavante y Castella, a hombros ayer en Palencia. - Foto: Oscar Navarro

Toreros
Manuel Jesús EL CID. De rosa y oro. Saludó desde el tercio a la muerte de su primero de media y tres descabellos. Cortó con fuerza una oreja a su segundo al que remató de pinchazo y entera.
Sebastián CASTELLA. De azul marino y oro. Oreja a la muerte de su primero después de estocada entera y descabello. Desorejó al quinto, al que despachó de una gran estocada.
Alejandro TALAVANTE. Nazareno y oro. Silenciado en el tercero de la tarde, al que pinchó dos veces y estocada. Dos orejas en el último de perfecto volapié.
Incidencias
Otra vez tarde soporífera en la temperatura, pero agradable por lo visto en el ruedo. Por segunda vez en la feria, la corrida tuvo que retrasar su comienzo -anunciado por megafonía- ante las colas que había en las taquillas.
 
La verdad es que uno cuando llegó a la Plaza se llevó una pequeña desilusión al observar la entrada. Algo se arregló, por lo que la corrida tuvo que retrasar unos minutos su comienzo. Era lunes, víspera del día grande de las fiestas, el cartel sobre el papel era el más rematado del abono, pero ni por esas. La crisis sigue actuando también sobre la Fiesta.
Dejemos a un lado estos detalles y vayamos con lo sucedido en el transcurso de la lidia. Corrida que no tuvo un comienzo demasiado esperanzador, pues el primer ejemplar del hierro titular de Benjumea careció de la consistencia necesaria para que El Cid acreditase la clase de buen torero que atesora. Lo intentó en todo momento pero, por lo apuntado más arriba y que era el primero del festejo, aquello no tuvo la fuerza necesaria para que el respetable se entregase aplaudiendo. El de Salteras tuvo que esperar a su segundo para sentirse torero haciendo las cosas con  buen ritmo y entrega. Faena sobre las dos manos con largos muletazos, sobre todo con la izquierda, y a pasear una oreja ganada a ley.
A manos de Castella fue a parar la primera oreja de la tarde después de gustarse lanceando con el capote y en un apretado quite por chicuelinas. Empaque, ritmo y ligazón con tandas  ajustadas sobre las dos manos, lo mismo que las manoletinas previas al pinchazo y estocada final. Fue en el quinto donde apareció con más claridad el buen momento que atraviesa el torero francés. Faena brindada al respetable y comenzada clavadas las zapatillas en la misma boca de riego, muletazos por la espalda y a torear en corto y por derecho con lentitud, buen ritmo y enormes deseos de rematar una buena tarde. Lo consiguió porque su actuación fue ganando enteros según transcurrían las series con largas tandas. El toreo al natural tuvo usía además en esos terrenos que pisa el galo. Toreó bien y mató mejor entrando por derecho y muy despacio. Importante Castella. 
Talavante se expresó en toda su dimensión de figura, aunque hubo que esperar al último para verle en casi toda su intensidad. Faena espectacular en la que pronto se adivinó que iba a por todas. Toreando así lo consiguió. Principio de rodillas por derechazos antes de dar paso a unas brillantes y distintas tandas de naturales largos como los de nadie y casi interminables. En su primero cortó pronto por lo sano y el público se molestó un poquito.