La imagen se cuela en el Prado

J. Villahizán (SPC)
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Una docena de fotógrafos dialogan cara a cara con los maestros de la pinacoteca a través de una exposición en la que muestran su lectura de los clásicos

La fotografía, ese arte que surgió a principios del siglo XIX y que se ha convertido en referente de nuestro tiempo, se atreve a mirar cara a cara a la pintura y a los grandes creadores de la Historia a través de una exposición en uno de los templos de los artistas clásicos, el Museo del Prado. Así, la pinacoteca madrileña se abre a esta nueva técnica figurativa con una muestra en la que 12 fotógrafos contemporáneos dialogan nada más y nada menos que con Zurbarán, Velázquez, Tiziano, Patinir o Ribera, entre otros.

El resultado es un lenguaje nuevo, fresco y muy personal de estos profesionales sobre las colecciones permanentes del Prado, en donde se mezcla la mirada actual del hombre moderno con la esencia de los artistas clásicos.

Esta sinergia entre pasado y presente, y también futuro, es esencial para la pinacoteca, destaca el director del centro, Miguel Famolir, quien señala que «el Prado tiene que trabajar con artistas contemporáneos porque son los interlocutores de la sociedad con el museo».

Pertenecientes a tres generaciones distintas y con formas de entender y utilizar la imagen muy diversas, José Manuel Ballester, Bleda y Rosa, Javier Campano, Joan Fontcuberta, Alberto García-Alix, Pierre Gonnord, Chema Madoz, Cristina de Middel, Isabel Muñoz, Aitor Ortiz, Pilar Pequeño y Javier Vallhonrat se inspiran en las obras que atesora el Museo, pero también en el aura que las envuelve, el edificio que las cobija y en aquellos que las contemplan para realizar sus trabajos.

Las 24 imágenes que forman la exposición, dos por autor, abren nuevos caminos por los que adentrarse en las pinturas del Museo y aportan otros puntos de vista y diferentes perspectivas para contemplarlas, además de mostrar que el Prado mantiene su capacidad inspiradora transcurridos dos siglos desde su inauguración.

El comisario de la exposición, Calvo Serraller, expresa su entusiasmo por la exhibición, que podrá verse hasta el próximo 13 de enero, y afirma que «quien indica que solo le gusta el arte contemporáneo o solo el tradicional no conoce en absoluto el trabajo creativo».

Y va más allá al subrayar que se trata de una exposición «magnífica» porque plantea la creación de obras en el propio espacio en el que se expone el arte y hace que se produzcan diálogos directos entre artistas.

Para Alberto García-Alix, quien utilizando la fotografía analógica de dobles exposiciones de una misma pintura construye todo un poema fotográfico y nuevo cuadro, la experiencia ha sido casi «mística». «Hasta he llorado recorriendo las salas y los cuadros cuando no había gente y buscando una reinterpretación».

Para la también premio Nacional de Fotografía, Isabel Muñoz, este trabajo ha sido un viaje «espiritual», «lleno de pasión y sensualidad», con la muestra de dos imágenes de dos bailarines en el agua, uno de ellos de Butho, inspiradas por Patinir y por la pintura barroca.