¿Estamos preparados para digerir tanta lluvia?

SPC
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El nuevo desafío ante el cambio climático, con fuertes precipitaciones e inundaciones, es lograr que las ciudades evacúen un flujo cada vez mayor de agua con el mínimo impacto ecológico

Las ciudades, en donde ya vive más de la mitad de la población mundial, afrontan un reto para el que no fueron diseñadas. El cambio climático, fruto del calentamiento del planeta, está en la génesis de la proliferación de fenómenos extremos como los huracanes, las lluvias torrenciales y las tormentas tropicales. ¿Están preparadas las áreas urbanas para este nuevo escenario?

Los asentamientos urbanos se levantaron impermeabilizando de forma artificial un terreno que antes permitía, de forma natural, infiltrar y evacuar el agua. Además, se erigieron en su mayoría junto a ríos que aseguraban el suministro de agua a sus pobladores. Las inundaciones urbanas, provocadas tanto por las precipitaciones caídas directamente en el perímetro municipal como por el desbordamiento de cauces fluviales, son cada vez más frecuentes. ¿Son suficientes los actuales sistemas de drenaje? ¿Cómo puede el alcantarillado hacer frente al nuevo régimen de lluvias? ¿Qué hacer para que el nuevo flujo de aguas residuales y de agua sucia de lluvia no contamine los ríos y el mar a los que vierten?

El saneamiento urbano se empezó a implantar extensivamente en las ciudades en el siglo XIX con una función higienista (de protección de la salud pública frente a enfermedades y epidemias), dando paso a un enfoque hidráulico en el pasado siglo XX (de protección de las personas y sus bienes frente a las inundaciones). La nueva situación obliga a una revolución en las entrañas de las ciudades. El sistema de drenaje urbano, que hasta ahora era prácticamente sinónimo de alcantarillado, no puede limitarse a la recogida y transporte de aguas. El nuevo desafío ante el cambio climático es lograr que las ciudades evacúen un flujo cada vez mayor con el mínimo impacto ecológico. Este cambio de paradigma pasa por un planteamiento global que suponga la integración del alcantarillado con las depuradoras, con la finalidad de restituir las aguas captadas al medio natural en las mejores condiciones posibles, teniendo en cuenta que el agua de lluvia no está limpia, especialmente en las grandes urbes, debido al arrastre de la contaminación atmosférica y la depositada en la superficie urbana.