Los felices 60 años de Los Pitufos

SPC
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Los pequeños seres azules cumplen seis décadas de vida con 14 millones de fans en YouTube y con el reto de volver con una serie en 3D para 2021

Esos pequeños seres azules con gorrito blanco que han acompañado la infancia de muchos niños desde hace generaciones cumplen hoy nada menos que 60 años. Y lejos de desaparecer, tienen nuevas aventuras a la vista. 

Corría el 23 de octubre de 1958 cuando estos hombrecillos salían a la luz, primero como figuras secundarias del cómic belga Johan et Pirlouit (traducido en español como Juan y Guillermo).  

Después, su creador, el belga Pierre Culliford, alias Peyo, les dedicaba una serie propia a sus travesuras y locas aventuras. Hoy, apenas hay un niño en todo el mundo que no los conozca. Y no solo en Europa. 

«Podemos hablar de la globalización» del universo de Los Pitufos, señala Véronique Culliford, hija de Peyo, que desde su muerte en 1992 se encarga, junto a su madre y hermano, de continuar su obra.  

Porque no solo en Europa son populares Los Pitufos, sino también en China, la India, Rusia y Latinoamérica. Un éxito que, según sus datos, se traduce en ventas de en torno a más de 1.000 millones de euros anuales. 

Un momento clave en su carrera de éxito fue la aparición de la película La Flauta de los Pitufos en 1976, a la que siguió en los años 80 una serie de televisión con 270 episodios que ganó varios premios Emmy. Los pequeños duendes desencadenaron entonces una pitufomanía: bebé pitufo o papá pitufo no faltaban en las habitaciones de ningún niño. 

No es, sin embargo, una historia de éxito agotada. Una nueva serie de televisión está prevista para 2021, esta vez por ordenador y en 3D, como ya se hizo Smurfs: The Lost Village (Los Pitufos en la aldea perdida en Latinoamérica o Los pitufos: La aldea escondida en España) en 2017. 

El universo azul sigue así creciendo gracias, entre otras cosas, a la pasión de su inventor, Peyo, que dedicó su vida a la creación de las figuras de cómic. 

En la mayoría de sus recuerdos de infancia, Peyo está casi todo el tiempo sentado en el escritorio, cuenta Véronique. Además, se ocupaba personalmente de los acuerdos y del negocio. «Estaba obsesionado por los personajes, porque quería controlarlo todo», recuerda. Pero pese a todo el esfuerzo, el éxito acabó llegando por sorpresa. 

Peyo trabajó incansable hasta su muerte en nuevos dibujos, escenas e historias. En un bosque cerca de Bruselas pidió una vez a sus trabajadores que se tumbaran en el suelo para ver el mundo desde una perspectiva pitufa.